Noche loca (1927)
Texto: Joaquín Vela y José López Campúa
Black birds – Charlestón

Al darse luz aparece al fondo del escenario en un tablado preparado al efecto, una típica orquesta de cabaret. Un actor -al que llamaremos Jefe de orquesta- vestido igual que los señores profesores y que simula tocar el violín, acaudilla grotescamente la orquestina. El escenario no tiene apenas decorado para este cuadro. Bastará destacar sobre la cortina negra, en los ángulos del mismo, un par de figuras de buen tamaño recortadas en papel que representen graciosos tipos en caricaturescas posiciones de baile. La orquesta toca a su estilo y manera el número musical. El supuesto Jefe de la misma les hace callar, y en un tono altamente cómico, hablando muy de prisa, con exagerada gesticulación, dice:
Jefe:
Descansemos un puntillo, queridos compañeros, porque nuestro trabajo es largo, y tanto se peca por lento como por excesivamente vivacce. El acierto está en llevar la vida a compás y sin alteraciones. (Dirigiéndose al profesor que toca el contrabajo.) Y no como usted, querido Manganini, que ya sé que se ha enamorado de Blanca, la camarera. Claro que Blanca es una negra con gracia, de mirada dolce, que está para una fuga, pero le va a dejar sin una lira, ¡porque creo que se dan ustedes cada andante con moto por esas carreteras y que agarran cada melopea !… Y eso de darse al vino es lo último. ¡Yo, como nunca he sido binario ! … Claro que como yo hay pocos hombres.
Eso puedo decirlo con brío, aunque crean que es darme bombo; en fin: silencio. Ya sabe usted que quien mal anda… es que cojea. Y perdóneme que corrija el adagio, pero es que hoy estoy alegro ma non tropo y que me disgusta que un hombre que se gana la vida con trabajo, esté tocando el violón a ese tenor.
Voz:
(En el público.) ¡ Maestro, música, que queremos bailar !
Jefe:
¡Vaya, ya nos estropearon el pasodoblel En fin, paciencia. La vida es un continuo contratiempo. (Disponiéndose a tocar.)
Uno de la orquesta:
¿Charlestón, maestro?
Jefe:
¡Clarinete] (Enfadado.) ; Vuelta al trabajo! ¡ Ay, qué perra vida!
Otro:
(Mostrándole el papel de música.) Maestro, ¿qué señal es esta?
Jefe:
¿Esto?… Esto es una coda, hijo.
MÚSICA
La orquesta del escenario vuelve a atacar el número. El Jefe de la misma hará durante este cuadro un trabajo mímico de gran comicidad, imitando con todo género de detalles a los directores de las orquestas extranjeras, que tan pronto tocan el violín, como dirigen con el arco, o cogen una bocina, soltando unos cuantos camelos ingleses; o baila, llevando el ritmo grotescamente y jalean a los bailarines con grandes voces; todo esto encomendado a la gracia y al buen sentido del actor. El cuadro es una fantasía humorística de baile moderno. Al compás rítmico de la música van desfilando por escena diversas parejas que bailan a su estilo y manera, haciendo mutis en momento oportuno. Después, desfila, por grupos, el conjunto de señoritas, ataviadas con fantásticos trajes. Al final se reúnen en escena todos los bailarines. La música va «in crescendo» cada vez más y el baile toma caracteres de verdadera locura. Como truco de fin de cuadro conviene que los profesores de la orquesta canten, bailen toquen y bailen con gran algazara y que algunas de las bailarinas caigan cómicamente desmayadas y vencidas por el cansancio. Gran efecto final y telón rapidísimo en medio de la mayor confusión.
