Nº1. Introducción – «La Venus egipcia»
Esclavas:
La Venus egipcia
parece una reina,
su boca es capullo
que en rosa no ha roto;
sujeta sus negros
cabellos que peina
con flores de loto.
Sus formas y encantos
de virgen recata
con túnica blanca
sutil y ligera;
se tiende en su lecho
de púrpura y plata,
suspira y espera.
Tahoser:
Gallardo mancebo
de amor anhelante,
al lecho se acerca
con gran alborozo,
y al ver que le nombra,
dormida su amante,
aumenta su gozo.
Al ver a la diosa
tendida en el lecho
envuelta en encajes
que trémulo toca,
con un apetito
jamás satisfecho,
la besa en la boca.
(Hablado con música)
Cleopatra:
Basta ya; vuestras canciones
producen enervamiento
con su lánguido lamento
de amorosas ilusiones.
Tahoser:
¿Qué deseas?
Cleopatra:
Alegría,
placer, bacanal, locura,
no la estúpida dulzura
de esa rancia melodía.
Dejad de cantar y a ver
si me complacéis mejor.
Tahoser:
En vez de cantos de amor,
bailad danzas de placer.
Nº2. Coro marcial y racconto de Cleopatra.
Coro:
¡Cleopatra! ¡Cleopatra!
Tahoser:
¡Qué alboroto!
Coro:
¡Cleopatra! ¡Cleopatral
¿Nuestra reina, dónde está?
Tahoser:
Tal bullicio en la regia morada
tranquila y callada
me causa temor.
Cayo:
Es el pueblo que asalta el palacio
y atruena el espacio
con sordo clamor.
Coro:
¡Cleopatra! ¡Cleopatra!
Tahoser:
¡Vienen todos hacia acá!
Coro:
¡Cleopatra! ¡Cleopatra!
Nuestra reina ¿dónde está?
La reina al pueblo
mentir no puede,
lo que sucede,
debe saber
y con las armas
de su talento
darnos aliento
para vencer.
¡La Reina no sabe
lo grave del caso!
¡no sabe lo grave
de la situación!
Mas ¡ay! si no doma
de Roma el orgullo,
de Roma altanera
la ciega ambición.
Cleopatra:
¿Qué es esto?
Cayo y Tahoser:
¡La reina!
Cleopatra:
¿Qué hace el pueblo aquí?
Todos:
¡Señora!
Cleopatra:
¡Silencio!
¿Qué quiere de mí?
Ramsés:
Por vengar fingido agravio
y ser dueño de la tierra,
el emperador Octavio
te amenaza con la guerra.
El Egipto está contigo,
pero tiene que temer,
porque es grande el enemigo
y es más grande su poder.
Cleopatra:
¡Ja, ja, ja!
¡Jamás vencido
será el encanto
que hay escondido
bajo este manto!
Y al que altanero
me venga a ver…
miprisionero
yo lo he de hacer.
Coro:
Escuchad, escuchad.
Cleopatra:
Cuando ajena a todo daño,
cuando con deleite sumo
en la soledad del baño,
me recreo y me perfumo;
cuando me encuentro desnuda,
cuando preciso reposo,
mi pueblo vacila y duda
y pide en tono medroso,
propio sólo de mujeres,
que hacienda y vida le guarde.
¿De ese modo triunfar quieres
de Octavio, pueblo cobarde?
Si mis naves fueran pocas,
en auxilio nuestro viene
Marco Antonio, que en mi tiene
lo que más ambicionó.
Y si bastante no fuesen
su poder y su bravura,
le vencerá… mi hermosura…
¡como al gran César venció!
Ramsés:
No hay poder
mayor que su belleza.
Coro:
¡La Reina! ¡La Reina!
¡Qué hermosa es!
¡por su belleza
ha de vencer!
Todos:
Al son de alegre
cantar guerreró,
Egipto entero va a despertar;
que tu belleza
le da fiereza
y al ver tu cuerpo hermoso
tras de ti, presuroso
sin dudar,
sin temer,
va a luchar
y a vencer.
Nº3. Coro general y aire de pasodoble.
Esclavas:
Noche,
noche serena,
noche de luna.
¡Precursora lo mismo de pena,
que de fortuna!
Ramsés:
Río,
río sagrado,
río divino…
Coro:
En tus aguas ocultas
nuestro destino.
Noche, noche serena,
noche de luna, etc., etc.
Doncellas:
Con las ánforas venimos
las doncellas
para dar a los guerreros
a beber;
quien del Nilo el agua pura
bebe en ellas,
en las luchas victorioso
podrá ser.
Bebed todos agua pura
de este río
y templad vuestro entusiasmo
y vuestro ardor;
si de Egipto defendéis
el poderío,
será vuestro solamente
nuestro amor.
Ramsés:
Agua sagrada,
dame vigor;
templa mi espada,
templa mi honor.
Gran jeroglífica y guerreros:
Templa mi espada,
templa mi honor.
Doncellas:
El agua de este rio,
a la victoria os lleve;
en vuestro ardor confío:
¡Bebe! ¡Bebe!
Ramsés, Gran jeroglífica y guerreros:
Calma mi sed ardiente,
y en nuestro ardor confía,
tú serás solamente
mía, mía.
Nº4. Concertante
Mujeres:
Tempranas rosas
de Alejandría,
flexibles palmas
mirto y laurel,
de Marco Antonio
y Cleopatra,
sean alfombra,
sean dosel.
Hombres:
Fré te proteja,
noble guerrero.
¡Isis te guarde,
reina sin par!
¡Los dos unidos
sois invencibles,
y seréis dueños
de tierra y mar!
Marco Antonio:
Egipcias
de negros cabellos
de rostros bellos
de suave tez,
cruzando tierras,
cruzando mares,
a vuestros lares
vengo otra vez.
Todos:
Egipcias,
ofrecen placeres
que otras mujeres
no saben dar.
Cleopatra:
¡Y nunca el hombre
las mil delicias
de sus caricias
puede olvidar!
Marco Antonio:
¡En otras tierras
no sé encontrar
placeres nuevos
que disfrutar!
Todo me cansa,
todo me hastía,
mi ilusión es la reina
de Alejandría.
Cleopatra:
Soñando siempre
con ofrecer
a mis amantes
nuevo placer,
nadie se cansa,
nadie se hastía,
del amor de la reina
de Alejandría.
Tahoser y Nofré:
¡El que aquí deja
su corazón,
se acuerda siempre
de la ilusión
que tuvo un día
con las bellas mujeres
de Alejandría!
Mesala, Arriano y Cayo:
Es imposible
serenidad,
viendo de cerca
tanta beldad.
¡Cuánta alegría
tuvo siempre la corte
de Alejandría!
Coro:
Soñando siempre
con ofrecer,
etc., etc.
Tahoser:
Puesto que así lo deseas,
si les permites entrar,
las campesinas y almeas
ahora te van a ofrentar.
Cleopatra:
Entren y alegren
nuestros amores,
unas con bailes,
otras con flores,
que esto a la fiesta
le da esplendor:
vibren las arpas,
notas de amor.
Campesinas:
De vivísimo color,
de perfume embriagador,
de hermosura
fresca y pura
dan los campos una flor.
Gran delicia es aspirar
su perfume singular,
mas la boca
que la toca,
la marchita sin pensar.
Mira qué hermosa es,
mira qué fresca está,
mira que su belleza
si tú la aspiras
feliz te hará.
Todos:
Mira qué hermosa está,
mira qué hermosa es.
Campesinas:
Y la pureza
de sus aromas
nadie tendrá después.
¡La, la, la!
Sus aromas son
los que al corazón
hacen palpitar
lleno de pasión.
Cleopatra:
Leo en tus ojos
que tu alma es mía.
Marco Antonio:
Tus labios rojos
me dan calor.
Cleopatra:
Hay en tu acento
melancolía.
Marco Antonio:
¡Hay en tu aliento
fiebre de amor!
Mujeres:
Tempranas rosas, etc., etc.
Hombres:
Fré te proteja, etc., etc.
Nº5. Cuplés picarescos.
Cleopatra:
Con gran impaciencia
os hago venir,
pues quiero, a la ciencia,
remedio pedir.
Geroglifitas:
Si tanta es la urgencia
de tu petición,
te escucha la ciencia
con mucha atención.
Cleopatra:
Marco Antonio, fatigado
no me escucha ni me mira,
cuando me acerco a su lado d
e mi lado se retira.
Mi orgullo de mujer
me impide amante ser,
y espero que la ciencia
le recuerde su deber…
Y si hacéis luego
cualquier bebida,
que le dé fuego,
que le dé vida,
y al fin mis brazos
viene a buscar…
¡Tra la rá!
¡Tra la rá!
¡No dejarle
respirar!…
¡Tra la rá!
¡Tra la rá!
¡Y otra vez vuelta a empezar!
Geroglifitas:
¡A más bé!
¡Bé por cél
¡La potencia ya la sé!
Equis dos
es igual…
Cleopatra:
¡Qué ha de ser!
de eso entiendo yo que soy mujer.
Siempre el hombre nos asusta
porque ofrece mil excesos,
cuando una mujer le gusta
se la comería a besos.
Y acaba por decir
que no quiere vivir,
si todos sus caprichos
no los puede conseguir.
Mas si su amante
se vuelve loca,
y en un solo instante
deja su boca,
al primer choque
de la pasión…
de la pasión…
¡Tra la rá!
¡Tra la rá!
¡Qué terrible decepción!
¡Tra la rál
¡Tra la rá!
¡Todo es exageración!
Geroglifitas:
¡A más bé!
¡Bé por cél
¡La potencia ya la sé!
Equis dos
es igual…
Nº6 Dúo de Marco y Cleopatra.
Cleopatra:
La danza egipcia
yo se bailar,
con atractivo
fascinador.
No hay quien el cuerpo
sepa ondular,
con movimiento
tan seductor.
Marco Antonio:
Ya que lo quieres
hoy al bailar,
vas mis placeres
a despertar.
Cleopatra:
Cimbreo el talle
como una caña,
el sudor baña
mi tersa piel.
Y me retuerzo
como una anguila,
cuando destila
mi cuerpo miel.
Danza querida
de mi esperanza,
que mis pies breves
sabes mover.
Tú me das vida
graciosa danza,
porque conmueves
todo mi ser.
Coro:
Danza querida
de mi esperanza, etc., etc.
Nº7.
Orquesta sola
Nº8 Coro marcial y cuplés de Cayo.
Coro:
Por fin animada
se ve Alejandría;
por fin a su seno
volvió la alegría.
Por fin poseídos
de bélico afán,
sin paz ni reposo
sus hijos están.
Cayo:
No sé lo que indica
todo ese contento,
ni qué significa
tanto movimiento.
Coro:
Es que nuestra tierra
por fin despertó;
es que de la guerra
la señal sonó.
Arriano y Mesala:
Y por fin nos vamos
sin ver si es verdad
todo lo que dicen
de esta gran ciudad.
Cayo:
Todo lo que dicen
son ganas de hablar,
porque aquí no hay nada
de particular.
A las gentes asombra que aquí
al buey Apis se tenga amor tal
que sus cuernos adore un mari…
Coro:
Un mari…
Cayo:
Un mari…
Un marido sencillo y leal,
pues le obliga el amor conyugal…
En Egipto todas las mujeres son…
Coro:
¡Chitón, chitón
y discreción!
Cayo:
Las que obligan a los hombres a tener…
Coro:
Es condición
de la mujer.
Cayo:
Al buey Apis mucha devoción
y no es raro por esta razón
que suspiren
de amor tiernos
y se miren
en los cuernos
de ese buey
al que tienen ley.
En Egipto todas las mujeres son… etc., etc.
Siempre aquí a la mujer se la vé
casi todo su cuerpo gentil,
pues su traje es tan solo una te…
Coro:
Una te…
Cayo:
Unate…
Una tela ligera y sutil
que nos deja admirar el perfil…
En Egipto todas las mujeres son…
Coro:
¡Chitón, chitón
y discreción!
Etc , etc.
Nº9. Marcha triunfal