Nº1. Introducción y chotis
El tío de la caja:
Anden, anden, caballeros.
al barato sin igual,
por diez céntimos regalo
una pieza musical.
Una sortija y una sonata,
unos gemelos y un dulce vals,
que para música y para regalos
este aparato no tiene igual.
Hay cosas demodé
y música de Grieg,
sortijas de doublé
y valses de Chopin
que son la hige life.
Echen una perra,
saldrá un regalito,
y oirán en el acto
tocar un tanguito,
polka, mazurka,
o una pavana,
o lo que a ustedes
les dé la gana.
Chula:
|EchaseláI
Chulo:
jQue no y que no!
Chula:
Pues si no quieres
se la echo yo.
(Hablado.) Oiga, el del armonium.
El tío de la caja:
¿Quién llama a la Sinfónica?
Chula:
Yo, que voy a echar una perra para que toque algo bonito.
El tío de la caja:
Eche la joven. La última palabra en melodía. (Echa la moneda y le da al resorte.) Un dedal plata inglesa inoxidable, garantizada por la casa.
Voces:
¡Música! ¡Música!
El tío de la caja:
Ahí va música.
(Le rodean todos escuchando con gran atención y marcando con los cuerpos el compás.)
Ellos:
(Cantado.)
Acércate, chica,
que oyendo estas notas
no sé qué deseos
despiertan en mí.
Ellas:
También escuchando
su ritmo amoroso,
yo creo que me pasa
como a ti.
(Bailan todos, hasta el Tío de la Caja.)
Nº2. Los húsares – pasacalle
Ellos:
¿Dónde va ustez
cacho de sal?
Ellas:
Dejadme el paso franco,
señor militar.
Ellos:
¿Pero por qué?
Ellas:
Pues porque si.
Ellos:
Pues cuanto más me digas
más me acerco a ti.
Ellas:
Quítate ya de mi verita, so truhán,
porque yo ya no te puedo soportar.
Ellos:
Déjame, que quio abrazarte contra mí,
que me gusta más que el rancho mi gachí.
Ellas:
No me diga usted ni media, so pasmao
Ellos:
¡Yo pasmao!
Ellas:
Porque su comportamiento m‘ha indiznao.
Ellos:
jMe has matao!
No te pongas tú, negrales, indizná.
Ellas:
¡Casi ná!
Ellos:
Que te quiero con la mente najená.
Ellas:
¡Agua va!
Ellos:
(Registrándolas las cestas.)
Alcachofas, espinacas, coliflor
¡qué verdor!
Ellas:
Se desvive por el verde mi señor.
Ellos:
Zanahorias, tres pepinos y un enorme salchichón.
Ellas:
Tiénenles las señoritingas
afición.
Militar, militar,
por ti sufro y cavilo la mar
Ellos:
Por tu amor soy ahora un histérico
cadavérico
y famélico.
Ellas:
Militar, militar,
en la vida te dejo de amar.
Ellos:
Con arsénico
me mato, chulapa, por ti;
que sí.
Húsares 1:
¡Cosmográfica!
Húsares 2:
¡Topográfica!
Húsares 3:
¡Fotográfica!
Nº3. Bailable de marineros y camareras
Número mímico
Nº4. Dúo de Otilia y Celedonio y Orquesta sola
Otilia:
Armada de todas armas
al bosque siempre he marchado.
Celedonio:
Y si yo me voy con ella,
pues me voy… también armado.
Los dos:
Soy atroz,
soy feroz,
nada iguala mi valor
y no tiemblo jamás en la vida.
Todos:
¡Es atroz, es feroz!
Los dos:
Pues soy más valiente
que el Cid Campeador.
Otilia:
Cazando una vez un tigre
audaz expuse el pellejo.
Celedonio:
Yo también la piel expuse
por cazar… solo un conejo.
Los dos:
Soy atroz, etc.
Nº5. Melenao y revolucionarios
Los cuatro:
¡Sublevación!
¡Revolución!
Menelao:
Y que la sangre
se vierta a torrentes,
por campos y villas
en toa la nación.
Todos:
Somos cinco guacamayos
de la piel de Satanás
que en la lucha y el peligro
no se vuelven nunca atrás.
¡No se vuelven nunca atrás!
Menelao:
¡Y ahora vigilad!
Las riendas del gobierno
yo quiero conseguir,
porque yo tengo un fárrago
de planes hasta allí;
pues siendo presidente
jamás nadie robó,
no se sustrajo un pápiro,
¡para eso estaba yo!
Los cuatro:
Hay que ser épicos,
hay que ser bélicos
y ser intrépidos
para luchar,
y a ese gran zángano
romper el trépano,
sacarle el tuétano
y así triunfar.
¡Guerra salvágica hay que gritar!
Menelao:
¡Guerra!
gritemos todos ¡guerra!,
aunque se hunda la tierra
de espanto y de terror.
Todos:
¡Guerra!
gritemos todos ¡guerra!,
aunque se hunda la tierra,
por espanto y por terror
y estupor.
Menelao:
El día que gobierne
en Jauja viviréis,
porque las subsistencias
ya de balde las tendréis;
jamón a cinco el kilo,
chuletas regalás,
no os subirán los pájaros
ni el pavo os subirá.
Los cuatro:
Hay que ser épicos,
etc., etc.
Menelao:
¡Guerra!
etc., etc.
Nº6. La gauchita
Coro:
Viva, viva el presidente
que nos brinda este festín,
y a la patria su gobierno
haga grande y muy feliz.
Ladislao:
Agradezco de corazón
vuestra franca salutación.
Coro:
Que la boda de sus hijas
sea la felicidad,
el placer y la alegría
de su vida y de su hogar.
Etelvina:
Y ahora escuchad
una canción
que de las Pampas
conozco yo.
Una gauchita, que es
tesoro de juventud,
poseía un amuleto,
amuleto de virtud.
Y la gauchita, una vez
de un gaucho se enamoró,
y el gaucho, entre beso y beso,
su amuleto la pidió.
No logró
resistir,
que a la niña se oyó
suspirar y decir…
¡Ah!…
Mi gaucho, yo te lo doy,
que siempre tuya seré,
porque, de veras
te quiero,
pampero;
te quiero,
mi bien,
¡ay, ven!
Todos:
Mi gaucho, yo te lo doy,
que siempre tuya seré…
Etelvina:
(Hablado.) ¡Mándate mudar, compadrito!
.. porque, de veras
te quiero,
pampero,
te quiero,
mi bien.
Y la gauchita, que es
tesoro de juventud,
se quedó sin amuleto,
amuleto de virtud.
Y el gaucho, con loco afán,
caña dulce la ofreció,
que al principio a la pampera
dulce no la pareció.
Más lueguito ya sí,
que a la niña se oyó
suspirar y decir…
¡Ah!…
Mi gaucho, yo te lo doy,
etc., etc.
Ladislao:
Siga la fiesta
con esplendor,
venga la clásica
danza de honor.
Ellas:
Mírame,
bésame,
dame ya calorcito
cholito
de amor.
Ven aquí,
ven a mí,
que yo quiero en tus brazos morir.
Anda, negro,
ven cholito,
ven, por favor,
que yo te quiero,
nene mío,
con ilusión.
Ellos:
Mírame,
bésame,
dame ya fiebrecita,
cholita
de amor.
Ven aquí,
ven a mí.
que yo quiero en tus brazos morir.
Anda, negra,
ven cholita,
ven, por favor,
que ye te quiero,
nena mía,
con ilusión.