El último rey granadino arrastra sus nostalgias por la tierra africana: tiene la obsesión de su pasado y sueña con él.
Comienza el poema con un motivo musical breve, melancólico, vago, describiendo la noche en las playas del norte de África. Boabdil, bajo su tienda de lona, duerme y sueña; ¡sueñan con Granada! El coro, convertido en rumor, acompaña este primer motivo:
Coro:
De hondas tristezas el alma llena
y el pecho lleno de angustias mil,
bajo la noche tibia y serena
de la tostada tierra agarena,
con su Granada sueña Boabdil.
Ni el aire agita la verde palma,
ni en sus orillas murmura el mar;
todo es silencio, todo está en calma,
y el rey dormido, despierta el alma,
sueña su vida… ¡triste soñar!
Comienza el sueño de Boabdil con un grito que resume todos sus pesares, todos sus recuerdos:
Boabdil:
¡Alhambra mía!
Coro:
¡Callad, callad!
que el rey soñando,
soñando está (Pianísimo)
Repítase el primer motivo musical, y después comienza el tema primero del sueño, en tono menor y estilo árabe, modulando luego al tono mayor para constituir el motivo musical de Boabdil que al final se repetirá por el Coro, en la huida de los árabes.
Boabdil:
Alhambra bella,
dulce mansión,
en tu recinto
vive el amor.
Di una kasida,
mi amada huri,
la de los labios
como el rubí;
di la leyenda
del trovador
que amando un sueño
de amor murió.
Este canto del barítono queda como sin concluir musicalmente; por medio de unos acordes tenidos del metal se inicia el motivo de los Genios; una campana chinesca vibra, para dar más sabor fantástico a la aparición de éstos, fingiendo el romperse la tierra para darles paso. Comienza, pianísimo, una especie de danza, como de conciliábulo, que va creciendo hasta llegar a un fortísimo y vuelve a debilitarse. Entonces se deja oír el motivo de Boabdil, como indicando que los Genios se hallan a su lado y comienza la trova que el Rey pedía a la sultana:
Genio (tenor):
Soy el genio de las dulces
remembranzas del placer.
Yo os invoco, hermanos míos,
¡venid, Genios del ayer!
Ya reunidos, como se deja indicado, cantan la trova que Boabdil cree escuchar de los labios de la huri:
Coro (Genios):
Con un destello de luna
y el cincel de la ilusión,
creó a su amada una noche
cierto amante trovador.
Para cantarle sus cuitas
a la virgen de su amor
se subía todas las noches
el amante a un torreón;
y diz que el bello fantasma
de la virgen que él labró
respondía a las dulces trovas
besando a su trovador.
Una noche, la adorada
a la cita no acudió
y al pie de la torre, muerto,
el amante amaneció.
Cuando el coro canta la estrofa «y diz que el bello fantasma, etc…» se deja oír, muy piano, la danza de los Genios, haciéndose luego una transición musical, que representa otra en el sueño del Rey. Sueña éste con una noche de léila en su palacio de la Alhambra. Danza oriental, refinada, voluptuosa, acompañada por el coro que canta las delicias de la fiesta.
Boabdil:
Que empiece la léila ;
que estalle la zambra,
que encienda sus fuegos
Amor en la Alhambra.
Coro:
Amar es la dicha,
gozar es vivir,
hermosa sultana
la vida está en ti.
Yo quiero en tus ojos
mirar la pasión,
yo quiero en tus labios
beber el amor.
En este punto se oye lejano un toque de trompas, cuyo tema de sabor cristiano, indicando la proximidad de la guerra es como un terrible Mane, Thecel, Phares. Mueve este motivo para aparecer más tarde en toda su intensidad triunfal. Después de unos momentos de estupor, acaso producidos por un presentimiento, Boabdil manda que siga la fiesta.
Boabdil:
Que siga la léila,
que siga la zambra,
que amor nunca apague
su fuego en la Alhambra.
Coro:
Felices las horas
aquí en este edén,
que nunca se acaben
ni muera el placer.
Amar es la dicha,
gozar es vivir.
¡Que viva Granada!
¡Que viva Boabdil!
Aquí del tema cristiano en toda su intensidad. Primero domina, solo, marcando la sorpresa producida a los árabes. Luego comienzan a escucharse cerca y lejos, toques de añatil llamando a los árabes a la pelea. Muere el tema cristiano y con los añatiles cantan los árabes:
Coro:
¡A las armas! ¡A las armas!
A las armas sin tardar,
que a las puertas de Granada
los cristianos llegan ya.
Lucha musical de los motivos árabe y cristiano, describiendo la pelea.
Coro:
¡Mueran los cristianos!
¡Muera el perro infiel!
¡Malditos los Reyes
Fernando e Isabel!
los corvos alfanjes,
guerreros, b’andid,
que no quede un solo
cristiano en la lid;
que tiña su sangre
la vega feraz,
que triunfe Mahoma,
que triunfe el Corán.
Que suya Granada
jamás llegue a ser;
que no pueda nunca
gozar de este edén.
Voces:
¡Que nunca la infame
cristiana legión!
Coro:
¡Que muera! ¡Que muera!
¡Que no haya perdón!
Aquí comienza a debilitarse el tema árabe y a destacarse el cristiano, hasta que queda solo y se convierte en una gran marcha triunfal de sabor religioso.
Boabdil:
¡Granada mía,
ya te perdí!
Coro:
Pobre Granada,
¡pobre Boabdil!
Se inicia un galopar de caballos: es Boabdil con su comitiva que huye de Granada. Aparece el primer tema de Boabdil, el grito de toda su vida interior.
Coro:
Granada mía,
dulce mansión…
Adiós Granada,
por siempre adiós.
Adiós, palacio
de la ilusión…
Adiós Granada,
por siempre adiós.
Nido de amores,
hija de sol…
Adiós Granada,
por siempre adiós.
El galope se va debilitando por efecto de la distancia. Al trasponer las sierras del Padul, óyese el último grito de Boabdil, el Suspiro del Moro, un lamento desgarrador:
Boabdil:
¡Granada mía!
¡Adiós!.. ¡Adiós!