La carmañola partituras

Nº1. Genoveva y costureras

Genoveva:
Si es verdad lo que a las gentes oí,
se alzará esta noche en armas París.
Algo malo va a ocurrir.
Cierto es porque Camilo
de tal modo ha hablado ayer
que logró a los ciudadanos
con su arenga enardecer.
Y hoy juran y aseguran
que ya los soberanos se apuran.

Primeras tiples:
Si es verdad lo que a las gentes
aseguran por ahí
esta noche puesto en armas
se alzará todo París.
Y a nosotras las primeras
en las calles nos verán,
esgrimiendo las tijeras,
las agujas y el dedal.
Es verdad eso,
Genoveva lo sabrá.

Segundas tiples:
El tiempo dirá
si es verdad lo que yo vi.
Dispuesto a luchar
se alzará todo París.
Luchando también
por la calle nos verán,
esgrimiendo las tijeras
y el dedal.
Es verdad eso,
Genoveva lo sabrá.

Genoveva:
La reina,
temiendo perder su corona
azuza y encona
los odios del rey,
el rey que por días
la encuentra más bella
lo que habla con ella
lo tiene por ley,
y al verle tan débil,
de tanta blandura
la gente murmura
¡qué ganga de rey!

Costureras:
¡Eso mismo digo yo!

Genoveva:
Mas ella
jamás fue indiscreta.

Costureras:
Es que el pobre
así nació.

Genoveva:
De hielo
es Maria Antonieta.
Soberbia y altiva
no siente el amor,
y al rey, aunque es débil
jamás le engañó.
Mas de esto prudencia,
y os baste con esta advertencia,
pues ya se ve claro
que puede costarnos muy caro.

Costureras:
Que nadie lo sepa,
que nadie lo diga
pues esto muy caro
nos puede costar.

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Nº2. Pavana – ¡Ay, mi señor marqués!

Genoveva:
¡Ay, mi señor marqués,
cómo os pavoneáis!
¡Qué gran figura!
¡Qué galanura!
¡Qué versallesco estáis!

Gravelot:
¡Ay la sangre azul!
No hay otra más gentil.
Cuando bailáis con esa gracia
derramáis la aristocracia
del fogón y el perejil.

Criadas:
¡Ay, mi señor barón,
que luce en su blasón
tres cajas de betún,
el cepillo y un palo de escobón!

Genoveva:
¡Ah!
Al sarao me fui y al entrar
allí a una vieja abrazado te vi.

Gravelot:
Al sarao jamás volverá tu amor
que no quiero ofender
a «madam coliflor».

Criadas:
¡Ay barón
no te acerques a mí!

Criados:
Qué sabrosa estás
reina del fogón.

Genoveva:
Caballero gentil
desfallezco de amor.

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Nº3. Conjurados de la causa

Tío Michel:
Ya sabéis la consigna terrible,
la promesa que hicimos ayer,
que no quede ni un bicho viviente,
que no quede en Francia
ni un títere en pie.

Todos:
Mantendremos lo que hemos pactado
cumpliremos con nuestro deber
y el dinero que tienen los ricos
o no somos hombres o nuestro ha de ser.

Tío Michel:
Lo que es preciso y hay que lograrlo
es que los siete demostremos ser muy machos.
Quizás matando y tú incendiando
y a las mujeres de los ricos requisando.

Cabeza:
Todo se andará.

Tío Michel:
Con un cuchillo tú degollando
y las cabezas tú detrás coleccionando.

Todos:
Justo entretanto,
¿qué es lo que hace?

Tío Michel:
Pues yo mandar y disponer,
que ya es hacer,
y después ya veréis
qué bien lo pasamos
y qué vida nos pegamos.
Disfrutando dinero y mujeres que…

Todos:
¡Cállese usted señor Michel!

Tío Michel:
Dominar y, a capricho, poder
nuestro gusto en la vida imponer
y a la reina, si queremos, la tendremos
rendida a los pies.

Todos:
Dominar y, a capricho, poder
nuestro gusto en la vida imponer
y a la reina la veremos
que rendida se postra a nuestros pies.

Tío Michel:
O no volvemos, o si triunfamos,
disfrutaremos lo que queramos
sin que se nos pueda impedir.

Todos:
Hay que ir tirando
de trago en trago
mas no abusar
porque ya vais a tropezar.
Conjurados de la causa.

Tío Michel:
Que no digan que se os ve tambalear.

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Nº4. Romanza de Lucila


Lucila:
Solo al pensar que puedan
su paso adivinar,
parece que los míos
siguiendo alguno va.
Hasta de las sombras en la oscuridad
me parece oír que le prenden ya.
No quiero ver su vida peligrar,
no quiero que le pierda su ideal
porque al latir mi ardiente corazón
diciendo a voces va su amor.
No quiero que le falte mi calor;
no quiero que le arrastre su valor…
pues antes que no verle nunca más
morir prefiero yo.
Esas torres solitarias
que rasgan el firmamento
igual que cuatro verdugos
vienen a darme el tormento
más horrible que existió,
Ay de mí, qué triste amor.
¡Ah! Calla corazón, calla corazón,
no respires más
porque tu emoción
le va a denunciar.
Calla corazón,
tenle compasión
porque sin querer
de su perdición
vas la culpa a ser.
¡Triste de mí!
¡Ay corazón!
No suspires más
porque tu emoción
le va a denunciar.
Cumple tu deber,
niega tu aflicción,
porque sin querer
vas la culpa a ser
de su perdición.
¡Calla corazón!
¡Calla corazón!

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Nº5. Su existencia está en peligro

Lucila:
Su existencia está en peligro
y no hay tiempo que perder,
mas por si alguien me vigila
quiero aguardar para ver.

Camilo:
Ya está escrita la proclama.

Tío Michel:
Pues firmarla sin temor.

Camilo:
Alguien viene.

Lambert:
¿Quién se acerca?

Lucila:
Soy Lucila.

Tío Michel:
Vuestro amor.

Camilo:
¡Lucila!

Lucila:
Caballeros.

Tío Michel:
¡Qué aparición!

Lambert:
¡Qué beldad!

Lucila:
Escapad, quieren prenderos.

Camilo:
Retiraos y esperad.

Lucila:
¡Ah! Mi bien, mi amor.

Camilo:
Dime a qué viniste aquí.

Lucila:
A salvarte del peligro
que corrías yendo allí.

Camilo:
Nada temas por mi suerte
que soy fuerte junto a ti
y el cariño que te tengo
ha de vivir.

Lucila:
No es bastante mi cariño
si están todos contra ti.
Quien pudiera defenderte.

Camilo:
Es mi afán sólo adorarte.

Lucila:
Para mí sola tenerte.

Camilo:
Y en mis brazos estrecharte.
¡Ah! Son tus besos, son tus besos
los que siempre lograrán aprisionarme.
Prisionero, prisionero,
de tus ojos como esclavo de mirarme
prisionero que no tiene
más consuelo que la luz
de su esperanza.
Son tus besos, son tus besos,
los que al alma hasta los cielos
me arrebatan.

Lucila:
Quiera Dios que en tu idea
tan humana y tan generosa
la realidad no sea sólo
un sueño color de rosa.
Te ayudaré a luchar
para los dos triunfar.
¡Ah! Son tus besos, son tus besos
los que siempre lograrán enamorarme.
Prisionera, prisionera
de tus ojos como esclava
has de mirarme, dueño mío
a tu amor estoy rendida
y te doy con él mi vida.
Dueño mío en la vida y en la muerte
me verás luchar con brío.

Camilo:
Luchar es sólo mi destino.
Por tu amor yo confío
en que el triunfo de los nuestros
ha de ser muy pronto mío.
Yo confío
en que marcho a la victoria
como va la fuente al río.
Basta de temores,
no sufras por mí.

Lucila:
Como no temer si mi vida
está siempre junto a ti.

Camilo:
Libre de ansiedad
vuelve a sonreír
porque triunfe o no
nuestro inmenso amor
nunca morirá.

Lucila:
Calla corazón,
ten piedad de mí
porque triunfe o no
nuestro inmenso amor
nunca morirá.

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Nº6. Descamisados de San Antonio

Coro de hombres:
Descamisados
de San Antonio
desarrapados
de la Bastilla
que están dispuestos
a dar su sangre,
que están dispuestos
a dar su vida.

Juan Lamberto:
Descamisados
de San Antonio
que por las calles
vagando van,
a quienes echan
de todos lados
cuando se acercan
pidiendo pan.

Lucila:
De San Antonio
del arrabal
van con valor
a pelear.
Valientes muchachos,
corazón de Francia
que vais de esas torres
el muro a asaltar.
Sin miedo a la muerte
romped sus cadenas
la odiosa Bastilla
hoy se os rendirá.

Todos menos Camilo y Lucila:
Del arrabalde San Antonio
se aprestan todos a luchar
y ni la muerte les da miedo
pues a morir cantando van.

Bajos:
Descamisados de San Antonio
que ni un instante vacilarán,
no se detienen ante la muerte
y a la pelea cantando van.

Lucila:
¡A luchar!
Pues valiente y arrogante
vencerás
y al caer por tu honor
abrazado a tu bandera
morirás.
Avanza sin temor
que al final
se impondrá
nuestro lema inmortal.
¡Libertad, igualdad, fraternidad!
La bandera de los desvalidos
hecha está de tristeza y dolor.
Pero al fin vencerán los vencidos
porque en ella palpita el amor.

Camilo:
¡Al arma compañeros!
La mecha está prendida
jugándose la vida
ninguno temblará.
Rendida la Bastilla
los presos soltaremos
y al fin proclamaremos
«El pueblo es libre ya».

Todos:
A luchar, a luchar,
pues valiente y arrogante vencerás
y al caer por tu honor
abrazado a tu bandera morirás,
hay que avanzar valientes,
avanzad sin temor
que al final se impondrá
nuestro lema inmortal
libertad, igualdad, fraternidad.

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Nº7. Caballeros, vuestra mano

Teresa:
Caballeros vuestra mano
a las damas ofreced.

Marqués:
Ofrecerlas nuestra mano
pero no os toméis el pie.

Teresa:
Que la orquesta de comienzo
y que empiece el minué.

Caballeros:
Mientras sufre el terror París
en los campos de la Vandré
los realistas bailando así
quieren demostrar toda su altivez.

Damiselas:
Los realistas de la Vandré
defendiendo su casa van,
sin perder ni un sólo momento
su elegante serenidad.

Caballeros:
No os inclinéis tanto así
pues os confieso que
pienso que os robo un beso
sin que responda de mí.

Damiselas:
No tan osado os creí
mas si es por eso tendréis
el beso saliendo
juntos de aquí.

Caballeros:
Pues siendo esa vuestra promesa
ya soy del todo feliz.

Marqués:
Damisela seductora
que deslumbra y enamora
vuestra mano encantadora
se diría de marfil
y marcando una pavana
parecéis la porcelana
de una fiesta cortesana
o una escena pastoril.

Teresa:
Caballero vandeano
que besando estáis mi mano
con el aire cortesano
de una estampa de Wató
no os mostréis tan atrevido
que al besarla conmovido
con sus alas he sentido
que Cupido me rozó.

Marqués:
Disculpadme si atrevido
cuando os beso conmovido
por las flechas de Cupido
traspasado quedo yo.

Caballeros:
No os inclinéis tanto así
pues os confieso que os robo
un beso sin que responda de mí.

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Nº8. Madrileña que vistes

Teresa:
Madrileña que vistes
falda y bolero,
en la gracia que pones
en tus andares,
vas prendiendo piropos
de tu chispero
junto a la riberita
del Manzanares.

Madrileña graciosa,
viva y morena,
que al mover los madroños
de tu mantilla
pasas como un suspiro
que el aire llena
y eres de Maravillas
la maravilla.

Alza bola bolera
¡vaya mujer!
Que es la más zalamera
de Lavapiés.

Madrileña graciosa
fina y menuda,
que una diosa parece
si está vestida,
y una maja de Goya
si está desnuda.
Porque nació en la fronda
de La Florida.

Madrileña arrogante
lindo palmito,
ramillete de albahaca
flor de azucena.
Dios bendiga, preciosa,
tu piececito
cuando vas por las noches
a la verbena

Alza bola bolera
¡vaya mujer!
Que es la más zalamera
de Lavapiés.

Tiples:
La española
trae a Francia su canción
de su tierra seductora
la alegría y el color.

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Nº9. Dúo de Teresa y Juan

Juan:
Decidme ya por qué dudáis,
por qué teméis,
si junto a mí cuanto queráis
lo alcanzaréis.
Si esclava estáis más por deber
que por amor,
¿a qué esperáis, si os marchitáis
como una flor?

Teresa:
Que os pueden ver,
salid por Dios,
dejadme ya.
Tenéis razón,
marchita al fin
la flor caerá,
pero a su dueño
pura en su rosal,
jamás traicionará.

Juan:
Antes mi amor la arrancará.

Teresa:
Una mujer española,
si se decide a querer,
pone un cariño tan fuerte
que sólo la muerte
lo puede romper.

Juan:
Así me gusta el cariño
y así lo quiero alcanzar
de una mujer española
que sepa ella sola
mi vida llevar.

Teresa:
Juan Lamberto
tengamos prudencia,
mirad que a las gentes
daremos que hablar.
¡Ah! La mujer
cuando tiene un deber
del peligro se debe guardar,
y aunque quiera
su yugo romper
debe siempre sacrificar
y su amor ocultar.

Juan:
Las cadenas se deben romper
cuando el alma desea volar
y aún habiendo por medio un deber
sin temores aventurarse
y la vida gozar.

Teresa:
No insistáis en vuestro ruego
y dejadme por piedad
pues me atraen vuestras palabras
y me siento vacilar.

Juan:
No dudéis que amor y gloria
esperándonos está.

Teresa:
Basta por piedad,
la mujer cuando tiene un deber
del peligro se debe guardar,
y aunque quiera su yugo romper
debe siempre sacrificar
y su amor ocultar.

Juan:
Cuando más ciega la pasión
a su placer nos llevará
y es preciso
sin temor a aventurarse
y la vida gozar.

Teresa:
La mujer que es mujer de verdad.

Juan:
El amor es amor de verdad.

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Nº10. Llamada gloriosa


Juan Lamberto:
Llamada gloriosa
por calles y plazas,
de día y de noche
suena esta canción,
y el alma del pueblo
conmueve y levanta
pues vibra en sus notas
la revolución.

Coro:
Llamada del pueblo
que ignora su alcance
por calles y plazas
sus notas repite
la chusma feroz.

Si en la carreta popular
hacia el cadalso va un marqués
dicen al pasar así cuando lo ven:
¡Cantad la Carmañola
de alegre son!
¡Cantad la Carmañola
mientras retumba el tambor!

La Carmañola se hace oír
diciendo Patria y Libertad.
Por eso el pueblo
así repite sin cesar:
¡Cantad la Carmañola
de alegre son!
¡Cantad la Carmañola
mientras retumba el tambor!

Así es la canción
que canta París,
así es como yo
mil veces la oí.
El que ha de morir
la escucha al pasar
y, en fiesta de amor,
también la canción
es marcha imperial.

Así es la canción
del pueblo que canta París
siniestra y fatal
nos llega hasta aquí,
mas vos la entonáis
cantando pasión,
que nadie quizás
cantarla podrá
con más emoción.

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Nº11. Barcarola

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Nº12. Romanza de Camilo

Camilo:
¿Dónde estás Lucila
de mi querer?
Dime dónde estás,
porque sin ti
mi vida es ya
sólo una luz
crepuscular.
Mi cariño
a solas con su dolor
por el mundo va,
dime quién fue
qué vendaval
te arrebató
de mi rosal,
pues si no vuelves
muerte me daré por ti.

Rosa que yo acariciaba
rosa, mi rosa mejor
que tus hojas el aire llevó.
¡Ah!

Mujer por la que vivo,
mujer por la que muero.
Mujer a la que nunca
he de olvidar.
Mujer por quien reía,
mujer por quien lloraba,
mujer por quien había
de triunfar, no quiero luchar.

Que sepa yo de ti
di dónde estás,
pues falto de tu amor
ya no podré
ver realizado
mi ideal.

¿Dónde estás Lucila
de mi querer?
Dime dónde estás,
dime quién fue
qué vendaval
te arrebató
de mi jardín,
pues si no vuelves
muerte me daré , ay, por ti.

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Nº13. Mazurca

Soldados:
Costurera gentil
que al salir del taller
va buscando a quien
le dará su querer.

Costureras:
¡Militar! ¡Militar!
Mi querer siempre fue
para aquel que a mí
con su amor
me acertó a rendir.

Soldados:
Cuando sale del cuartel
dice así la guarnición:
adelante bayonetas,
contra las grisetas,
mucha decisión.

Costureras:
Si la calle os ven cruzar
el taller repite así
¡Atención al regimiento
que antes de un momento
debe sucumbir.

Soldaditos:
Dame niña el laurel
pues lo quiero guardar
que al besarle tú
no se ha de marchitar.

Costureras:
Es el verde laurel
como emblema de amor
y con él saldrás a luchar
siempre vencedor.

Soldados:
En las afueras de París
la tarde aquella te encontré,
a tus hechizos me rendí
y a amarte así yo te juré.

Costureras:
Por las afueras de París
salí un domingo a pasear
y en la espesura del jardín
un beso tú me fuiste a dar.

Ay soldadito, soldadito,
vuelve muy quedito,
vuélveme a besar.

Gravelot:
También yo si tú quieres
en lo de besarte no me quedo atrás.

Genoveva:
Pues anda ya y empieza
que la ayuda mía no te ha de faltar.

Soldados:
Por las afueras de París
la tarde aquella te encontré,
a tus hechizos me rendí
y a amarte así yo te juré.

Costureras:
Por las afueras de París
salí un domingo a pasear
y en la espesura del jardín
un beso tú me fuiste a dar.

Genoveva:
Ay soldadito, soldadito,
vuelve muy quedito,
vuélveme a besar.

Gravelot:
Ay lucerito, lucerito,
vuelve muy quedito,
vuélveme a besar.

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Nº14. Las novias ya tienen al fin

Tiples:
Las novias ya vienen al fin
y envidia de todo París,
amor en tu carro de triunfo
su triunfo con verdes laureles
trae hacia aquí.

Qué dichosa la novia será
y el marido también que feliz,
pues camino del Sena se casa
con la costurera más bella y gentil.

Lucila:
Gracias a todos

Camilo:
¡Gracias amigos!

Tío Michel:
Beban las gentes alegres
que aquí está el padrino
y os va a convidar.

Lucila:
Al fin soy dichosa,
canta corazón,
porque mi deseo
ya se realizó.

Camilo:
Alma mía,
mujer que yo adoraba
por fin esposa mía te llamé.

Lucila:
Mañana venturosa,
desde hoy seré dichosa,
pensando que a mi lado te tendré.

Camilo:
Venga acá una copa,
un brindis que diga
de amor y de paz.

Tiples:
Pues que hable Camilo
como él sabe hablar.

Camilo:
Como alegre sonríe la campiña
después que ha descargado la tormenta,
brindaré porque al fin de sus rigores
mi patria surja del dolor más bella
porque un día las lágrimas vertidas
den por fruto una paz más duradera,
porque toda la sangre derramada
en amapolas de ilusión florezca
y después del ruido del cañón
lejos se oiga un cántico de paz.
Como al ver la nube que pasó
vuelve alegre el pájaro a cantar.
¡Basta de tristezas, basta de dolor!
Patria vuelve a renacer
y, en triunfo redentor,
vuelve a ser todo amor
y nunca más tu enseña
con la sangre del terror
se ha de manchar.
Cantad un himno de amor triunfal,
que el pueblo goce de libertad,
renazca en ti la paz
y a gozar de la nueva libertad

Tiples:
Patria vuelve a renacer
y, en triunfo redentor,
vuelve a ser todo amor
y a gozar de la nueva libertad.

Gravelot:
Al baile todos que va a empezar
y, ante los novios,
la Carmañola se ha de bailar.

Tiples:
la rueda gire del amor,
que la que baile casará,
y al no querer bailar,
soltera quedará.
Cantad la Carmañola
de alegre son,
cantad la Carmañola
en los cortejos de amor.

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Nº15. Jamás volverá su sangre a verter

Camilo:
¡Jamás volverá su sangre a verter
la Francia que yo gloriosa soñé!

Todos:
¡Jamás volverá su sangre a verter!
¡Y así fraternal ejemplo
inmortal del mundo ha de ser!

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