Manuelita Rosas partituras

Pavana – Levantando así la planta (Nº4)

Gilillo:
Levantando así la planta
la figura se levanta.
Y al mover el cuerpo todo
de este modo,
poniendo así el codo
se deja uno ir.

Chonita:
La lección es primorosa
y estoy de ella deseosa.
Pero yo me maravillo
de Gilillo,
pues no es tan sencillo
poderos seguir.

Gilillo:
Si te mueves con dulzura
sentirás un no sé qué;
pues a mí se me figura
que te gusta lo que yo sé.

Chonita:
Si me gusta o no me gusta,
eso nunca os lo diré;
mas llevando como vos el movimiento
la lección en un momeno
de seguro aprenderé.

Gilillo:
Nadie ha habido que moviera
de ese modo la cadera,
y al mirar tu contoneo,
me mareo.
Bien va ese meneo.
¡Jesús, qué mujer!

Chonita:
¡Pavana! ¡Qué ilusión tan singular!
No me mirés, que me voy a equivocar.

Gilillo:
¡Pavana!… Nunca vi placer igual.
Que al bailar de esta manera,
cualisquiera
se sintiera
con miraros, desmayar.

Los dos:
¡Pavana! ¡Qué ilusión! ¡Qué gran placer!
No hay un baile parecido,
ni lo ha habido,
y el sentido
casi, casi, hace perder.

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Romanza de Manuelita (Nº5)

Manuelita:
Nunca pensé que mi amor
no advertirías jamás,
cuando mis ojos decían,
por más que fingían,
mi anhelo y mi afán.
Siempre engañada viví.
Ahora conozco mi error.
Y he de ocultar todavía,
con falsa alegría,
mi inmenso dolor.
¡Ay de mí! ¡Que al nacer se agotó
el manantial de mi querer!
¡Se ha secado la fuente
y en ella ya no puedo beber!
No me has querido jamás.
Mientras yo me desespero,
sin ver que me muero
con otra te vas.
Pero tú
mi dolor no sabrás,
y ante ti,
mientras viva
risueña y altiva
pasar me verás.
Pero tú
la verdad no has de ver
de mi llanto callado
por verte casado
con otra mujer.
Al final te perdí
tras de tanto esperar,
que otro amor te llevó tras de sí.
¡Ay de mí, que este amor fue fatal!
Soy montaña de nieve
que nadie se atreve
su altura a escalar.
Triste de mí, que te amé
sin esperanza jamás,
y ya nunca podré
un nuevo amor esperar.
He perdido la esperanza
de volver a amar.

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Romanza de Chucho (Nº8)

Chucho:
Tú me has vuelto la espalda,
mas no me importa.
Ten presente que, al cabo,
la vida es corta.
Y que si hoy me desprecias
de esa manera, de esa manera,
tal vez haya algún día
quien no te quiera.
Tú me has vuelto la espalda,
mas no me importa.
Y pues todo con el tiempo
cambiándose va,
el que hoy ríe y nos desprecia
desprecios tendrá.
En esta vida,
todo se paga.
Lo que tú haces conmigo,
ya habrá, pasando el tiempo,
quien te lo haga.
¡Que en dinero y amores,
todo se paga!…

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Chacarera – Manuelita Rosas, la bella pampera (Nº9)

Chacareras y reseros:
Manuelita Rosas, la bella pampera,
a quien le debemos mayor gratitud,
la más renombrada del Plata al Perú.
A darle acudimos nuestros parabienes
de todo el contorno con ramas de ombú.

Chonita:
Árboles que vienen de la Pampa entera
a ofreceros fieles y a rendirle honor.
Árboles que amenguan con su sombra fresca
de los pajonales la sed y el rigor,
sobre el llano ardiente que calcina el sol.

Manuelita:
Dadme una rama de ombú. Quiero al besarla sentir
que en el ombú pampeano todos estáis junto a mí.

Chonita:
Dádsela pronto a besar y que a su cálido ardor
ponga su boca en las ramas,
rojas llamas.

Manuelita:
Llamas de fuego y amor.

Chonita y chacareras:
Dadle una rama de ombú. Dádsela todas así
y en el ombú pampeano sienta su sangre latir.
Dádsela pronto a besar y que a su cálido ardor
ponga su boca en las ramas,
rojas llamas.

Reseros 1:
Dadle una rama del árbol sagrado.
Pues ella palpita con fuego y pasión,
temblando de amor,
y las aves llenando su rama,
sus cantos de triunfo cantan.

Reseros 2:
Dadle una rama del árbol sagrado
pues ella palpita con fuego y pasión,
igual que late el corazón,
y es el árbol del campo argentino
que llevan las aves
cuando alegres cantan.

Manuelita:
¡Llamas de fuego y de amor!

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Romanza de Rafael (Nº12)

Rafael:
En la noche callada
bajo la luna,
ir me dejo al capricho
de mi fortuna,
y encarcelado
canto mis desventuras
de enamorado.
Las bellas ilusiones,
por lo fugaces,
igual que las espumas
son cosa frágil,
y al querer apresarlas
se nos deshacen.
Por prendarme de ti,
¡ay, ingrata mujer!,
a esta cárcel sombría
me mandaste traer.
Las mujeres son mudables
como barcos en el mar,
que varían con el viento
que los hace navegar;
y lo mismo que veletas
van cambiando en el amor
pues según el aire sopla
con él se va su corazón.
Soñador y aventurero
persiguiendo un ideal,
yo iba en pos de tu cariño
como el hierro hacia el imán.
Pero tú me has engañado
cuando yo te quise más.
Las mujeres son mudables
como barcos en el mar.
Como barcos en el mar
que no saben dónde van.

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Dúo de la palomita – ¡Virgen de Luján, vidalita! (Nº13)

Rafael:
¡Virgen de Luján,
–vidalitá–,
por qué en esta cárcel
me encuentro tan triste!
Di tú, virgencita,
–vidalitá–.

Manuelita:
Español que sufres
en la prisión:
de tu cautiverio
te saco yo.
Vengo aquí a calmar tus penas,
recordar quiero tus deseos
y que en tus sueños siempre veas
el feliz recuerdo de ayer.

Rafael:
Esa voz que parece un sueño
es la voz que sentí aquel día,
cuando alegre y feliz
la escuché tras la celosía.

Manuelita:
Soy la misma a quien tú le dijiste
una tarde cantando tu amor:
«Paloma, mi palomita,
que presa en su palomar
se está muriendo de amores
mientras vuelan las demás,
ser quisiera tan ligero
en los aires al cruzar;
y aun el aire me pudiera,
cuando alegre muera
nunca aventajar .»

Rafael:
Si yo estoy en libertad
y puedo emprender mi vuelo,
¡venid conmigo, paloma,
que yo os llevaré muy lejos!

Manuelita:
¡Ay, que seguiros quisiera,
y, ay, que no puedo, no puedo!

Rafael:
Los dos juntitos, y el mundo
a nuestros pies por entero.
¡Venid conmigo, paloma!

Manuelita:
¡Ay, que seguiros quisiera,
y, ay, que no puedo, no puedo!

Rafael:
Paloma, mi palomita,
qué pena veros me da
con tanto peso en las alas
para volar… Qué pena,
que ella siendo tan ligera
no podía el vuelo alzar.
Ven conmigo, palomita,
y sobre mis alas
échate a volar.

Los dos:
Paloma, soy/mi palomita,
que nunca podré/podrás volar.

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