Mujeres de fuego (1935)
Texto: José Muñoz Román y Emilio González del Castillo
Mujeres de fuego – Charlestón

Oscuro . Aparece la Fábrica de Mujeres Mecánicas. Fantástica instalación de enormes máquinas, en movimiento, crisoles en ebullición, tubos de gran diámetro, transparentes, por los que se ven subir brazos y piernas de mujer. En el frente, al foro, dos enormes toboganes por los que descienden las mujeres recién fabricadas, saliendo por unas compuertas que se abren y cierran automáticamente, la música se ha convertido en un desenfrenado charlestón, trepidante y frenético, que imita el ritmo de las máquinas. Cuando se aquieta un momento, volviendo a las dulzuras del vals de las Mujeres de fuego, entran en escena todas las vedettes y tiples, cantando piano el motivo, un momento pasado éste, ataca la orquesta, con más brío aún, el charles, y cantan todas las mujeres hasta que cae el telón en un fortísimo de orquesta.
Vedettes y primeras tiples:
Juguete soy que da placer,
del querer no he de saber
pues no soy mujer.
No aprendí lo que es dolor,
sólo sé reír, mentir, fingir amor.
Vicetiples:
Juguete de placer,
amor he de inspirar.
Mujer sin ser mujer,
jamás he de gozar
y nunca he de querer.
Tendré que sonreír,
fingir ardor de amor,
tal vez por eso
si doy un beso
me amarga su sabor.
Todas:
Nos llaman mujeres de fuego,
sabemos amor encender,
y de esta ilusión que inspiramos
después nos burlamos
como una mujer.
¡Mujeres! ¡Mujeres de fuego,
y el fuego jamás nos prendió!…
Que, acaso el hombre sin querer,
pensando sólo en su placer,
ponernos el alma olvidó…
¡Mujer que nunca amor sintió!
