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Primeros pasos en Madrid

El 17 de marzo de 1911, con 600 pesetas en el bolsillo y un millón de ilusiones, Francisco Alonso llega a un Madrid apasionado por el cuplé que cultivan estrellas como La Fornarina, Resurrección Quijano, Pastora Imperio, La Bella Chelito y La Goya. Alonso, ayudado por el comediógrafo granadino Alfonso Paso, escribirá algún cuplé para ir abriéndose camino.

Poco a poco va dándose a conocer. Con el compositor alicantino Tomás López Torregrosa estrena en el Teatro Martín, el 13 de noviembre de 1911 ¡Armas al hombro! En 1913, con el libretista y compositor madrileño Enrique García Álvarez, ofrece El bueno de Guzmán.

En mayo de 1916, en el Teatro Novedades, estrena Música, luz y alegría, simpática revista que será su primer éxito multitudinario.

Dos años después escribe la “fantasía cómico-lírica” De Madrid al infierno, en la que incluye un chotis titulado “Oye, Nicanora”, que el público pide una y otra vez.

Alonso tiene, además, especial habilidad para los pasodobles. Uno de los mejores lo compone para Las corsarias, revista de Enrique Paradas y Joaquín Jiménez que se estrena en Martín el 31 de octubre de 1919. El pasodoble “de la banderita” se escuchará en calles y cafés, lo cantarán los soldados que van a la guerra de África y hasta el propio Alfonso XIII confesará que lo canta mientras se afeita.