La mejor del puerto cantables

LA MEJOR DEL PUERTO

Sainete lírico andaluz en dos actos
Texto original de Luis Fernández Ardavín y Anselmo C. Carreño
Música de Francisco Alonso

PERSONAJES Y REPARTO
AMPARO ……………………………… PAQUITA MORANTE
SOCORRITO …………………………….. ROSITA CADENAS
SEÑÁ ROMANA ……………………….. CARMEN LOSADA
ISABEL ……………………………………… PILAR PERALES
CABO DE MAR …………………….. OLVIDO RODRÍGUEZ
COMP ADRE SALV ADOR …………….. LINO RODRÍGUEZ
SANGUIJUELA …………………………… RAFAEL ALARIA
SAN PASCUAL ………………….. RAFAEL M.a DE LABRA
FERNANDO CARMONA ……………….. JUAN FRONTERA
CHUTI …………………………………….. MANUEL ALARES
SEÑOR MIGUEL ………………….. NICANOR BROCHANO
MARTÍN, EL GAUCHO ……….. EMILIO MONTICHEL VO
MARINERO 1.o ……………………………… EMILIO STERN
MARINERO 2.o …………………. EDUARDO HERNÁNDEZ
MARINERO 3.o …………………………. ANTONIO IBORRA
MARINERO 4.o ……………………………. CECILIO STERN .

ACTO PRIMERO
Interior de una cacharrería en el barrio de la Feria, de Sevilla. El dueño del establecimiento es el señor Miguel, un tumbón que no estornuda por no gastar energías. Su único mérito es ser padre de Amparo y de Socorrito, dos mocitas como dos rosas tempranas. Amparito viste luto por un novio que tuvo, a quien mataron una noche al pie de su reja; Socorrito no tiene novio, pero sí muchas ganas de tenerlo. Al levantarse el telón, Amparo limpia la jaula a un pájaro y Socorrito cuida los cacharros que hay ante la puerta.

AMPARO
Pobresiyo mío, cumple tu condena; dime tus cantare,
que, ar mentá tus pena, yoras mis pesare.
Y yo sé bien que ar cantá, tu doló lograrás carmá.
Yo también, sin jaula, vivo prisionera
de los sufrimiento,
puesta e l’arma entera
en er pensamiento.
Que no orvidó er cosarón
un queré por el cual sufrió.
Ha matado mi ilusión,
mi alegría y mi pasión,
er mosito que ar morirse,
se yevó con é
la caló de mi queré.
Probesiyo mío,
cumple tu condena;
dime tus cantare,
que, al mentá tus pena,
yoras mis pesare.
Y yo sé bien que, ar cantá,
tu doló lograrás carmá.

SOCORRITO
¡Quién quié losa cartujana,
platos pa comé sin gana!…
Vengo yo cacharro
que son irrompible,
de china y de barro
y cristá flersible,
que se puén tirá.
Y están fabricado
para los casado
que se yeven mal.
Miste si es malita suerte,
que, manque pregone fuerte,
no hay mosito que se fije ar pasá en mi cuerpo juncá.
Pa mí que vendiendo losa,
ví’a morí virgen y mosa;
que este ofisio no se presta al amó, bien segura estoy yo.
Tengo yo tasone,
tengo yo frutero,
y, sin presunsione,
tengo yo salero,
como pueden vé;
y un acharamiento,
que me dan intento
de echar a corré.

AMPARO
Pobresiyo mío,
cumple tu condena;
dime tu cantare,
que, ar mentá tu pena,
yoras mis pesare.
Y yo sé bien que, ar cantá,
tu doló lograrás carmá.

SOCORRITO
¡Chacharro! ¡Mercá!
Jirguero, ar cantá,
alivias mi mal.

Chuti es el criado de Fernando Carmona. Éste anda enamorado de la viudita –que así llaman en el barrio a Amparito– y no logra que la muchacha le preste oído. Entonces recurre a Chuti para que le sirva de intermediario. Chuti ronda la cacharrería y Socorrito cree que lo hace por ella. Chuti entra en escena con gran dificultad debido a la estrechez de los zapatos que viene estrenando.

CHUTI
¿Se puede pasá?

SOCORRITO
Inténtelo a vé.

CHUTI
¿Vendré a molestá?

SOCORRITO
Y a se lo diré.

CHUTI
Creo que más fino,
no se puede sé.

SOCORRITO
Este piensa declararse;
a la legua se le ve.
Pero viene er pobresiyo,
hecho sisco por los pié.

CHUTI
¡A y, pobre de mí!
Si me sigue un toro,
no me podré escurrí.

SOCORRITO
¿Qué le pasa, amigo Chuti,
que le da tal desazón?

CHUTI
Que he mercado unos sapatos
pa bailá er charlestón.

SOCORRITO
Es verdá, lo va bailando
desde que los compró.
Hable usted sobre la marcha,
o me pongo a trajiná.

CHUTI
Socorrito, Socorrito,
no me tome usté er tupé,
que voy a tené que bailá
sin yo queré.
Socorrito, rito, rito,
de bailá me debilito.
¡Por Dió, párese un poquito;
oiga usté, por favó!

SOCORRITO
So permaso, maso, maso,
no me dé usté más lataso,
porque no he de haserle caso,
ni le oiré; no, señó.

CHUTI
Es usté, corasón,
más ligera que un siclón.

SOCORRITO
¡Ay, José, quite usté!,
que me pongo encarná
y que aluego despué
me lo nota papá.
Venga al oscuresé
si me quiere usté hablá,
que, con tanto que hasé,
no le puedo escuchá.
Esta prueba de cariño
nunca la podré orvidá.

CHUTI
¡Ay, Socorro!
Yo le pido a usté ¡socorro!,
por la Virgen Macarena,
que la estoy diñando a chorro,
que la diño de verdá.

SOCORRITO
Er mosito pinturero que yo quiera, será vino de Solera
que me deje tambaleá.

El compadre Salvador es el propietario de una goleta, con la que –según él– ha recorrío tó los hemisferio acuático. Ha pasado varios años fuera de Sevilla y viene a ver a su compadre, señor Miguel. Dándose aires de almirante, cuenta a la familia sus aventuras de viaje, mintiendo tanto como puede.

SALVADOR
En la noche borrascosa
de la tormentosa
fiera tempestá,
aguantando un só de fuego,
que briyaba rojo
hasta deslumbrá,
yo, de pie sobre cubierta,
de la luna a su «furgón»,
ordenaba a mis marino,
más castizo y fino
que er mismo Colón.

ROM., SOC. Y MIG.
¡Qué Colón! ¡Qué Colón!
Es er tío más trolero
de nuestra generasión.

SALVADOR
Si la má rugía,
yo la despreciaba;
si un rayo venía,
yo lo sorteaba.
Y las ola a porfía,
asombrás de mi való,
mormuraban por los mare:
¡ojo, que viene er compare!
¡Er compare Sarvaó!
Güela, goleta ligera,
que crusa la mar asú,
pues desde er Congo hasta Utrera,
no hay goleta más güena que tú.

SALVADOR Y MIGUEL
Ya viene er siclón.
Aguanta er timón.
Ahí va un tiburón.

TODOS
Güela, goleta ligera,
que crusa la mar asú,
que desde er Congo hasta Utrera,
no hay goleta
más güena que tú.

SALVADOR
Una noche en Guatemala,
la pasamo mala
por mo de un siclón,
y yegando a Filipina,
me encontré una mina
que nos esplotó.
Se deshizo la goleta;
pero yo, sin vasilá,
hise clavá los pedaso
y salí der paso
con serenidá.

ROM., SOC. Y MIG.
¡Qué brutal! ¡Qué bestial!
Este tío, lo que sueña,
se figura que es verdá.

SALVADOR
Si una vía d’agua
enorme se abría,
cual si fuera vino,
yo me la bebía.
Y las olas, a porfía,
asombrás de mi való,
mormuraban por los mare:
¡ojo, que está aquí er compare!
¡Er compare Sarvaó!
Güela, goleta ligera, etc.
Una vez me vi perdido,
sin rumbo, y cogido
por la tempestad;
sin saber en dónde estaba,
mi barco danzaba
de aquí para allá.
Yo luché toda la noche
sin sortarme der timón,
y crusando asín los mare,
en er Mansanare
nos amanesió.

ROM., SOC. Y MIG.
¡Qué brutal! ¡Qué bestial!
Este tío, lo que sueña,
se figura que es verdá.

SALVADOR
Si un escoyo al paso
se me presentaba,
yo de un puñetaso
lo desbarataba.
y las olas, a porfía,
asombrás de mi való,
mormuraban por los mare:
¡ojo, que está aquí er compare!
¡Er compare Sarvaó!
Güela, goleta ligera, etc.

Fernando Carmona, para lograr ver y hablar a Amparo, mete su caballo entre la loza del puesto. Grita Socorrito, se escandaliza Amparo, y Fernando logra quedar a solas un momento con la viudita, a quien habla de sus amores.

AMPARO
Yo di mis amore
con el arma entera;
planta que dio flore,
cumplió con la primavera.

FERNANDO
Los rosale que hay en su ventana.
le dan tó los año
rositas temprana.

AMPARO
Aquel hombre que yo quise
se yevó mis alegría.

FERNANDO
Yo no sé con qué derecho
quiere usté matá la mía.

AMPARO
Por é la pena me ahoga,
mi queré con él ha muerto.

FERNANDO
Fue un reso a su memoria
y esperansa pa mi pecho.

AMPARO
Deje usté
de insistí;
no pué sé.

FERNANDO
Macarena grasiosa,
mi macarena,
tus achare me tienen
muerto de pena.
Morenita gitana,
que me enloquese,
puede sé que mañana
te acuerdes de mí.

AMPARO
Macareno cumplío
no me atormentes,
porque pierdes er tiempo inútilmente.
Tu porfía es en barde,
a rogá vienes tarde,
porque yo cumpliré
la palabra que di,
lo que a aqué le juré:
«Te querré hasta que me muera; te lo juro por las cruse
de los hierro de mi reja.»

FERNANDO
Mujé de firme tesón,
si diste tu corasón,
¿por qué me robas er mío
a traisión?

AMPARO
Y o quisiera, yo quisiera
sé el agua de la fuente,
donde tus labio bebiera
pa carmá tu paresé.

FERNANDO
Y o quisiera, yo quisiera
ser aqué por quien suspira,
aunque la vida te diera
ar lográ ese queré.

AMPARO
Por Dió, Fernando,
no insista má.

FERNANDO
Tenga conmigo
más caridá.
Vive penando
mi corasón.
Por Dió, Amparo,
por compasión.
Si sus ojo son juese
que me condenan,
que tus braso me amarren
como cadena.
Viví sin ti
no podré, gloria mía,
que ere toda mi vía.
Ar finá ya verá:
mi queré venserá.

AMPARO
Déjeme usté,
por cariá.
¡Qué pesadé!,
déjeme ya.
Manantiá de cariño
que se agotó;
una hoguera apagá,
asín juré ser yo.
Por aqué me mataron
y mis ojo yoraron.
Sé con firmesa luchá.
Los juramento
que en su boca escuché,
de otro no he de escuchá.

El señor Miguel tiene una deuda de dos mil pesetas con Sanguijuela, el usurero. Este, que utiliza como cobrador de sus negocios al matón San Pascual, se presenta a reclamar el cumplimiento del pagaré. La familia y el compadre Salvador, que se hallan en escena, reciben a Sanguijuela con agresividad; van a lincharle, y en este momento aparece en el foro el temible matón, quien hace cambiar las amenazas en halagos para el usurero.

ACTO SEGUNDO
CUADRO SEGUNDO.– Estamos a bordo de “La Serapia”, la goleta del compadre Salvador. En ella viene escondido desde América, Martín el gaucho, que se vio perseguido por cuestiones políticas. Una mujer le traicionó y tuvo que huir para salvar la vida. Martín cuenta a los visitantes del barco el motivo de su pena.

MARTÍN
Su querer fue mi esperanza,
su querer fue mi alegría,
y por su querer expuse
la libertad y la vía.
En la noche de sus ojos
la traición me preparaba,
y los labios de su boca
mentían cuando besaban.
¿Por qué no supe adivinar
el fingimiento de su amor?
¿Por qué cobarde no maté
a quien mi vida destrozó?
Ya no podré jamás volver
a donde todo lo perdí;
pero en mi pecho vivirás,
hermosa tierra en que nací.
¡Argentina!
¡Mi Argentina!
Al confín de tus praderas
mi caballo me llevó,
cuando dichoso gozaba
aquel querer que me enloqueció. Siempre, tierra mía,
tu recuerdo guardaré,
aunque de ti esté muy lejos
por culpa de esa mujer.
Cuando el mal me perseguía,
y el dolor me acongojaba,
el consuelo de mi pena
en sus caricias buscaba.
Pero, ciego en mi locura,
sin saber su fingimiento,
le contaba mis temores,
mi pesar y mi tormento.
Y nunca pude suponer
que se burlara de mi amor,
y que su negra falsedad
pudiera herir mi corazón.
A donde el alma me dejé
ya no podré volver jamás,
querida tierra que perdí
donde mi vieja sola está.

TODOS
¡Argentina!
¡Argentina!
Al confín de tus praderas
su caballo le llevó,
cuando dichoso gozaba aquel querer
que le ilusionó.

MARTÍN
¡Pobre vieja mía,
ya mi apoyo te faltó;
no he de besar más tu frente
por culpa de una traición.
¡Tierra mía!

Para obsequiar a sus invitados, el compadre Salvador hace evolucionar ante ellos a su nutrida marinería, pero luego se saca en claro que dichos marineros son segundas tiples del Teatro del Duque, a las que ha contratado para darse tono haciendo creer que tiene la tripulación de una escuadra o poco menos.

MARINEROS
Marineros valerosos,
el peligro no tememos,
a las gavias ascendemos
el mandato a escuchar,
y en las cuerdas nos mecemos,
contemplando el ancho mar.

UNO
Al reflejarte, Torre del Oro,
en el tranquilo Guadalquivir,
como la esclava de aquel rey moro,
gallarda y bella te ves lucir.

TODOS
Al reflejarte, Torre del Oro,
en el tranquilo Guadalquivir,
como la esclava de aquel rey moro,
gallarda y bella te ves lucir.

UNO
Lleva en su pecho el marino,
cuando se aleja del puerto,
una esperanza bendita
y en sus labios lleva un beso.
Soñando con sus amores,
lucha con la tempestad,
y, por aquel beso vence,
la fiereza de la mar.
Marinerito ven
y me darás valor,
me besarás
con amor.

TODOS
Marinerito ven
y me darás valor,
me besarás
con amor.
Lleva en su pecho el marino,
cuando se aleja del puerto,
una esperanza bendita
y en sus labios lleva un beso,
y al recordar sus amores,
lucha con la tempestad,
y por aquel beso sufre
los rigores de la mar.
Con viento feliz
el barco saldrá
y desde la orilla
un blanco pañuelo
le despedirá.

Tras el desfile entra en escena un grupo de bailarinas gitanas, que también están contratadas para que alegren la fiesta con unas castizas bulerías.

ROMANA
Venga, que er cuerpo me anima;
hase usté al bordón hablá.

SALVADOR
Mirá, qué arte pa la prima,
que la pongo dislocá.

SOCORRITO
Vamo, Chuti, que son bulería.

ROMANA
Anda ya, mosito, y abre la sersión.

FERNANDO
Arsa y no seas perma, ten má alegría,
que va a desirte que ere un pasmao.

CHUTI
Yo con mucho gusto me las bailaría,
pero acabaría de fijo vendao.

AMPARO
Un queré, que no es er mío,
no me deja ni viví.

TODOS
Arsa y toma, qué mareo;
que vaya a por gambas,
que vaya a paseo.

AMPARO
Él porfía, yo porfío,
ya no sé ni qué desí.

TODOS
Anda y dile ya a ese niño
que no se consigue
con lata er cariño.

SOCORRITO
La que quiera un novio urgente,
ahí va un pretendiente.
La que tenga reumatismo,
ahí va un sinapismo.

TODOS
La que quiera un novio urgente,
ahí va un pretendiente.
La que tenga reumatismo,
ahí va un sinapismo.

SOCORRITO
¡Ay, mamá, mamá!
¡Ay, señó, señó!
¡Con lo bien que sin novio se está!
Anda, espilrabá,
marca el compá.
No presuma más,
ni sea engalichá.

TODOS
¡Ay, mamá, mamá!, etc.

AMPARO
¡Hay que vé, qué tiesto
que tengo en mi casa!
Que, sembrando flore,
te dan calabasa,
y pa la memoria,
paliyos de pasa.
Ya lo sabe usté,
no machaque más,
siga su camino
sin pará.

Termina el cuadro con la presencia del usurero Sanguijuela y de San Pascual, su cobrador, que vienen a reclamar al señor Miguel y al compadre Salvador una vieja deuda. Sanguijuela se ve obligado a saltar por la borda en busca de la lancha en la que vino, pero San Pascual, que quiere vengar cierto agravio, ha quitado la lancha y Sanguijuela cae al río.

CUADRO SEGUNDO.– Una plazuela sevillana. A la derecha está la cacharrería del señor Miguel. A la izquierda hay una taberna. Fernando y Chuti vuelven a la carga con Amparo y Socorrito, respectivamente; la primera da a Fernando con la ventana en las narices; la segunda, está encantada con su novio. Sanguijuela, que está locamente enamorado de la señá Romana, la hermana del señor Miguel, ha sido atendido por ésta en la pulmonía que cogió como consecuencia del remojón en el río. Esto le ha ablandado el corazón y confiesa a la señá Romana su cariño, proponiéndola casamiento. La señá Romana le pone como condición que renuncie a cobrar los pagarés que tiene firmados por la gente pobre del barrio. Sanguijuela se resiste en un principio, pero accede al fin y la señá Romana llama a los vecinos y reparte los pagarés. Sanguijuela es llevado en hombros por sus deudores. Llega el compadre Salvador con sus marineros, a los que viene dando lecciones de andar con flamenquería.

SALVADOR
Garboso, grasioso,
hay que marchá;
a vese lo piese,
sin levantá.
Der paso los braso
son er timón,
y luego la vuerta
se da sobre un tacón.
Imitar mis movimientos
con salero y distinsión,
que tenei una asaura
que es más grande que Londón.

MARINEROS
Gravoso, grasoso,
cañí, caray.
Salego, toguego,
mi tía, ¡old ray!
Moviendo los braso
así gud bay,
y luego se gira
¡old ray!
Mí, tener tipo de gachó,
gaché o quizás gachí,
y al andar ser barbo,
barbé, o bien digo barbí.
¡Old ray, qué macarenó
mamá a la luz me dio!
La gente dice al verme: no es inglés, es chulón.
¡Yes, yes!

SALVADOR
Garboso, grasioso,
hay que marchá;
a vese lo piese,
sin levantá.
Der paso los braso
son er timón,
y luego la vuerta
se da sobre un tacón.

MARINEROS
Gravoso, grasoso,
cañí, caray.
Salego, toguego,
mi tía, ¡old ray!
Moviendo los braso
así gud bay,
y luego se gira
¡old ray!

SALVADOR
¡Tu cuerpo gitano! ¡Serrano!

MARINEROS
¡Old ray!

Fernando logra al fin –valiéndose de una superchería– conquistar el cariño de Amparo, y pela la pava con ella por la reja. El compadre Salvador, que hace la corte a la viudita, piensa que la ha conquistado juzgando por los informes que le da su compadre. Va derecho a la reja, creyendo que le espera la mocita y se la encuentra en amoroso coloquio con el chalán. Vuelve a escena Sanguijuela, en brazos de los vecinos y seguido de una multitud que le aclama. Chuti se amartela con Socorrito, Sanguijuela con la señá Romana, Amparo con su galán, y cuando el compadre Salvador se lamenta de no encontrar pareja, ve aproximarse a él –en actitud amenazadora– al matón San Pascual, a quien engañó entregándole una sortija falsa en pago de cierta deuda. El compadre exclama, con más miedo que vergüenza: –“Ya sé con quién voy a hasé pareja: con este.”