El bailarín y el trabajador (1936)
Dirección: Luis Marquina.
Guión: Luis Marquina, basado en la comedia de Jacinto Benavente Nadie sabe lo que quiere o El bailarín y el trabajador.
Director de fotografía: Henri Barreyre.
Montaje: Ángel del Río.
Música: Francisco Alonso.
Intérpretes: Ana María Custodio (Luisa Romagosa), Antoñita Colomé (Pilar), Irene Caba Alba (Doña Rita), Roberto Rey (Carlos Montero), Antonio Riquelme (Patricio), José Isbert (Don Carmelo Romagosa), Enrique Guitart (Pepe), Mariano Ozores (Don Pablo).
Estreno: 1 de enero de 1936, en el Cine Capitol, de Madrid.
Sinopsis: narra una historia de amor entre un conocido bailarín sin dinero (CarlosMontero/ Roberto Rey) y su novia (Luisa Romagosa/ Ana María Custodio), hija de un rico empresario galletero (Carmelo Romagosa/ Pepe Isbert), que disfrutan de una vida disoluta y lujosa. El empresario, un nuevo rico hecho a sí mismo y poco refinado, no acepta a Carlos porque sospecha que quiere su patrimonio.
Para desmentir estos recelos, Carlos empieza a trabajar en la sección de envases de la fábrica de galletas, pero ante su actitud relajada es trasladado al servicio de mantenimiento junto con un sencillo y honrado trabajador (Patricio/ Antonio Riquelme) que le ayuda a transformar su actitud, y a ascender en la fábrica desde el nivel más bajo, hasta convertirse en su gerente y en una persona consecuente y creativa, un “segundo yo” de Carmelo Romegosa. Luisa no comparte la actitud más responsable de su prometido y se siente abandonada; asimismo, su padre intenta despertar sus celos al poner a trabajar juntos a Carlos y a una empleada (Pilar/ Antoñita Colomé), aunque finalmente y, de manera abrupta, se afianza el amor entre Luisa y Carlos.
El interés de la productora por el film quedó patente en la publicidad que hizo de él como una superproducción, una obra cumbre, la mejor película española, o un filme internacional. En palabras de Domíguez Rodiño, consejero delegado CEA, se trató de una apuesta por nuevos valores como Marquina para crear productos de calidad: “condición indispensable para afianzarnos. No hemos de regatear ni en medios ni entusiasmo para conseguirlo”. Para ello, y a diferencia de su anterior película, el director tuvo libertad para realizar todo “con arreglo a mi criterio”, incluyendo elementos técnicos, guión e intérpretes, por lo que consideró que se trataba de su primera obra.
Última película estrenada antes de la guerra, en la que se adapta una pieza teatral de Jacinto Benavente, hoy en día, «El bailarín y el trabajador» está unánimemente considerada la mejor adaptación cinematográfica del dramaturgo, planteando una comedia que se acerca mucho a las influencias de la comedia norteamericana del momento. Especie de puesta al día de la fábula de «La cigarra y la hormiga», la película tiene unos diálogos rápidos y unas situaciones chispeantes, y está siempre pendiente de evitar la moraleja fácil que una historia de estas características tendería a buscar.
Luis M. Feduchi y Luis Santamaría se encargaron de los decorados y el mobiliario de la comedia musical de inspiración hollywoodiense. Se trató de diseños realizados por los propios decoradores, que también utilizaron muebles de José Manuel Aizpúrua y Joaquín Labayen, así como sillas inspiradas en la casa Thonet. El filme se rodó, principalmente, en platós de cine por lo que el mobiliario fue el principal elemento para su ambientación; a la vez que le dotaron de un carácter moderno y dinámico, poco habitual en el cine español de la época, pero acordecon el carácter de la película.
Contiene algunos números musicales considerados por los cinéfilos como excelentes. Entre ellos destaca el de las «Galletas Romagosa», en el que intervienen un coro de trabajadoras y otro de niños pidiendo galletas a su mamá. Además, fue elogiada una canción dedicada al trabajo interpretada por la protagonista.
En la prensa de la época se pudo leer al día siguiente del estreno: «Aunque el maestro Alonso figura en este film como puro colaborador de la obra, su musa no ha podido resistir la tentación de destacarse. Y una marcha y un blues de línea y factura modernísima acreditan la vena de su progenitor. Ayer empezaron a hacerse populares».
Celsa Alonso, de la Universidad de Oviedo, ha escrito un interesante trabajo: «De la zarzuela y la revista a la música de cine: El maestro Francisco Alonso y el cine de la República» en el que se ofrece una muy atractiva información sobre esta película. El estudio de C. Alonso se incluye dentro del volumen editado por Matilde Olarte Martínez: «Reflexiones en torno a la música y la imagen desde la musicología española» (Salamanca, 2009).