Las cariñosas

Las cariñosas (1928)

Género: Historieta picaresca en un acto.
Texto: Francisco Lozano y Enrique Arroyo.
Música: Francisco Alonso y Joaquín Belda.
Estreno: 15 de diciembre de 1928, en el Teatro Maravillas, de Madrid.
Intérpretes del estreno: Carmen Navarro (África), Rosita Cadenas (Marina), Olvido Rodríguez (Fany), Camen Losada (América), Blanquita Rodríguez (Petra), Matilde Vázquez (Paloma azul), Manuel Alares (Moncho Belúrez), Lino Rodríguez (Frumencio Barcenilla), Rafael Alaria (Malasio Cordero), Emilio Stern (Pancracio). Escenografía de César Bulbena. Figurines de Bulbena y Retana.

Sinopsis: En el chalet de Malasio Cordero, en la sierra madrileña, todos se aburren soberanamente. En la casa están Fany, la doncella, novia de Tom Mix, apasionado del cinematógrafo; África, su esposa, que está enferma y espera la visita del médico y América, hermana de Malasio. Quien llega es Moncho, novio de Marina, sobrina de Malasio, al que confunden con el médico.
Moncho, en realidad, se ha presentado en el hotelito a sabiendas de que Malasio y África quieren casar a su sobrina con Frumencio, un niño bien.
Moncho receta a África que se distraiga, para lo que le sugiere escenas y lugares exóticos a través de un invento suyo, el prismatocopio. 
África y el resto de mujeres se insinúan a Moncho descaradamente sin que Malasio advierta nada. Al final, descubierta la identidad de Moncho, todos regresan a Madrid, donde Marina y Moncho podrán continuar su relación con normalidad.
En la línea de Las castigadoras, estrenada el año anterior, Las cariñosas es una obra picaresca, simpática y atrevida, que vale como pretexto para montar siete cuadros espectaculares de motivos castizos y modernos. 
Estos incluian un bailable de señoritas veraneantes con raquetas de tenis que persiguen a un «pollo de la última hornada», una ecocación romántica de los indios americanos («La sombra del Siux»), una alegoría de pompas de jabón, un cuadro madrileño («La Lola»), un bailable basado en los sombreros y una apoteosis.
Se repitieron todos los números musicales, especialmente el chotis, que se cantó tres veces y que desde entonces goza de entidad propia. Fue también muy aplaudido el «Charlestón del sombrero», por la espectacularidad de su escenografía.

La obra fue un gran éxito e hizo 134 representaciones aquella temporada (en Maravillas, Fuencarral y Eslava). La siguiente temporada repitió éxito en el Pavón y en el Eslava (con la compañía de revistas de Celia Gámez) y también se graba en discos Odeón.
La acogida de la crítica fue favorable, elogiándose el número del chotis.

Como anécdota, digamos que este chotis se le ocurrió a compositor granadino en un taxi.