Las de Villadiego (1933)
Género: Pasatiempo cómico-lírico en dos actos.
Texto: Emilio González del Castillo y José Muñoz Román.
Música: Francisco Alonso.
Estreno: 12 de mayo de 1933, en el Teatro Pavón, Madrid.
Intérpretes del estreno: Celia Gámez (Fifí, Portuguesa, la Colasa, Rosalía, Moza 1), Olvido Rodríguez (Remedios), Cora Gámez (Fanny, zalamera 1), Conchita Ballesta (Prudencia), Pepita Arroyo (Crisanta), Antoñita Rodríguez (Justa), Áurea Azcárraga (Petra), Paquita Martino (Antonina), Lola Arroyo (Sofía), Lola Caballero (Leonor), Isabel González (Manuela), Carmen Caballero (Francisca escocesa 1), Faustino Bretaño (Cabrales), Eduardo Pedrote (Bartolo), Pepe Bárcenas (Genovevo), Luis Gago (Sir Play), Antonio Martelo (José Ramón), Julio Lorente (Fulgencio), Jaime Rebull (Primitivo), Rafael Gallegos (Macario), Ramón Lobera (Melendo). Escenografía: Asensi, Morales y Guerra
Sinopsis: Villadiego de los Montes y Valdeperales de la Sierra son dos tranquilos pueblecitos castellanos hasta que –por unas rencillas políticas, especialmente por la discusión del voto femenino en las nuevas Cortes Constituyentes– hacen que éstas se agrupen todas juntas en torno a Villadiego, mandando a todos los hombres a Valdeperales.
La cuestión es demostrar quién puede resistir más, si los hombres sin las mujeres o viceversa. Así las cosas, los hombres de Valdeperales –tras una temporada solos– arden en deseos de estar con una mujer, sea cual fuere el origen y condición de ésta, por lo que Prudencia, la llamada tonta del pueblo, se «pone las botas» cada vez que un hombre de Valdeperales quiere estar con ella. De esta manera, el alcalde decide enviar una carta a un diputado madrileño para que intente paliar la situación en la que se están viendo sometidos por parte de sus mujeres, y le solicitan que les envíe algunas chicas de vida alegre para –al menos– aliviar su soledad y satisfacer sus apetencias en sustitución de sus mujeres perdidas. La carta es interceptada por Remedios, alcaldesa de Villadiego, que ve en ello la oportunidad de comprobar si los hombres, y especialmente su marido, son capaces de valerse por sí mismos.
La casualidad hace que a Villaperales llegue un autobús cargado de estudiantes procedentes de Edimburgo en un viaje cultural. Evidentemente, las chicas son tomadas por lo que no son; y las peripecias y constantes situaciones cómicas que ello provoca hace que los hombres de Villaperales se vean envueltos en una serie de enredos de los que únicamente su hombría podrá salvarlos. Enteradas las mujeres de Villadiego de la tropelía que van a cometer sus esposos al haber sorteado a las estudiantes, deciden darles una lección para descubrirlos.
Finalmente las de Villadiego vuelven junto a sus respectivos maridos, novios y hermanos, haciéndoles ver lo importante que es una mujer en la vida de cualquier hombre, sobre todo si éste es casado.
La partitura que el maestro Alonso compuso para Las de Villadiego, da cabida a una gran variedad de estilos; chotis, pasacalle, fado, marcha, habanera, blues y foxtrot. Esta obra, interpretada por Celia Gámez, indiscutiblemente la reina del género en los años treinta, obtuvo un gran éxito y se representó por toda España.
Su música se hace tremendamente popular gracias a números como la marcha “Granaderos de Edimburgo”, o el fado “Playas de Portugal”, aunque, sin lugar a dudas, dos son los que destacan por encima de todos: el célebre chotis de “La Colasa del Pavón” y el pasacalle “Caminito de la fuente”. En cuanto al primero, un popular chotis muy en la línea de otros tantos compuestos por el maestro Alonso como “La Lola”, de Las cariñosas (1928), “La Manuela”, de ¡Por si las moscas! (1929) o el “Pichi” de Las leandras (1931), fue conocido como “La Colasa del Pavón” y su estribillo fue hartamente repetido por todos los rincones del viejo Madrid tras su oportuno estreno
Permaneció en cartel en el Pavón hasta el 2 de julio, dándose 75 representaciones. Tras el éxito de la campaña, en la temporada 33-34 la obra llegó a las 90 funciones permaneciendo en cartel desde el 3 de noviembre al 11 de enero de 1934 en el Pavón. La campaña siguiente (1934-1935) se lleva al Martín en otoño de 1934 con la compañía de Francisco Torres y Ramón Peña, con 30 funciones.