Música: Francisco Alonso. Letra: Serafín y Joaquín Álvarez Quintero
Intérprete: Conchita Supervía
Un pañuelo de lunares un hombre me regaló,
y, aunque él se fue de mi vera, el pañuelo me dejó.
Pañuelo de mi cariño, pañuelo de mi consuelo,
tus lunares me parecen las estrellitas del cielo.
Ah, ¡que no me lo pida nadie!
¡Que no me lo pida nadie,
porque a nadie le he de dar
mi pañuelo de lunares!
¡Que no me lo pida nadie!
En cada lunar de aquellos un beso suyo quedó,
y un suspiro en cada pico, y en la marca el corazón.
Pañuelo de mi ventura, pañuelo de mi alegría,
cuando te cojo en mis manos, vuelven a mí tus caricias.
Ah, ¡que no me lo pida nadie!
¡Que no me lo pida nadie,
porque a nadie le he de dar
mi pañuelo de lunares!
¡Que no me lo pida nadie!
Antes me falte la mesa, el pan, el agua y la sal,
que el pañuelo de lunares, de la arquita donde está.
Pañuelo de mi recuerdo, llorando me lo pedía,
pañuelo que juntas tiene lágrimas suyas y mías.
Ah, ¡que no me lo pida nadie!
¡Que no me lo pida nadie,
porque a nadie le he de dar
mi pañuelo de lunares!
¡Que no me lo pida nadie!