Pitos y palmas

Pitos y palmas (1932)

Género: Zarzuela cómica en dos actos.
Téxto: Joaquín y Serafín Álvarez Quintero.
Música: Francisco Alonso.
Estreno: 26 de febrero de 1932, en el Teatro Calderón, de Madrid.
Intérpretes del estreno: Selica Pérez Carpio (Custodia), Flora Pereira (Justilla), Ramona Galindo (Doña Lola), Faustino Arregui (Torerín), Eduardo Marcén (Moyate), Lorenzo Sola (Juan Francisco), Miguel Pros (El cojo Ventura), Manuel Hernández (Rehilete), Ernesto Ruiz de Arana (Pepe el guapo), Emilio Estern (Juan el tipo).

Sinopsis: «Pitos» es la expresión del público taurino ante el estrepitoso fracaso de un torerillo que empieza su carrera; «palmas» es el premio que ese mismo público otorga a la brillante faena del mismo matador en la misma plaza. 
Los aficionados, que negaban en aquel hombre, que fue zapatero, las mínimas condiciones para ser torero, le proclaman más tarde como la figura más grande de la tauromaquia. Alrededor de este personaje, una mocita fiel que supo resistir los días malos y ser leal al torerillo.
Selica Pérez Carpio fue esta protagonista, Custodia, enamorada de Torerín. A él también ronda Justilla, quien sin embargo preferiría el fracaso del torero para que siguiera dedicándose al arreglo de zapatos. Al padre de Custodia, Moyate, le gustaría que su hija aspirara al casamiento con alguno de sus amigos más pudientes. Él contrata a tres chulos para que le amilanen y se vaya a hacer las Américas.
Aparece entonces en Sevilla otro protagonista, un miura al que nadie quiere torear y la oportunidad de Torerín de demostrar su valía, y así lo hace.

Los protagonistas de la obra

Obra teatramente bien construida, evocación del género chico, personajes manejados con la habilidad propia de los Quintero, y dotada de una música pegadiza, popular y elegante, Pitos y palmas fue un éxito indiscutible. En la noche de su estreno no hubo pitos, aunque sí muchas palmas. Y podríamos decir que los autores dieron la vuelta al ruedo, cuando salieron a escena varias veces a recibir el homenaje del público. 

Entre los números musicales escritos por el Maestro Alonso llamaron la atención un pasacalle de chicos que juegan al toro, dos duetos cómicos, un terceto, el número «Yo le quiero zapatero», que canta Justilla y el dúo de tenor y barítono que pone fin a la zarzuela.

La obra estuvo en cartel un mes, dándose 21 representaciones. A pesar de la gran amistad que unía a los Álvarez Quintero con el maestro, esta fue la única vez que trabajaron juntos.