Preludio
Se levanta el telón y aparece un friso en alto relieve con las figuras de Júpiter, Diana, Marte, Venus, Juno, Apolo, Terpsícore, Minerva y Euterpe, colocadas en artísticas actitudes.
Nº1. El monte Helicón – Vals, one-step
(Hablado)
Júpiter:
¡Os juro, amadas diosas inmortales,
que hemos perdido todos los papeles,
y en vez de las antiguas bacanales
hoy vivimos aquí como peleles!
(Pausa.)
La humanidad avanza enloquecida;
se cambian las costumbres y las cosas,
y nosotros, los dioses y las diosas,
sin cambiar de costumbres ni de vida.
¡Lo mismo! ¡Siempre igual, día tras día,
y al fin se va a acabar, y esta es mi pena,
viéndosele la antena
a la Mitología.
Nuestra vida es inútil por inerte;
nada nuevo la Historia nos abona…
Oye, Venus, ¿lograste ya aprenderte
ese vals que le llaman La Ramona?
Venus:
¿La Ramona? ¡Qué asquito!
Esa canción trae cola.
Júpiter:
¿No sabes La Ramona?
Venus:
Sé… La Lola,
que es mucho más moderno y más bonito.
Júpiter:
Y tú, querido Marte,
¿es que no hay quien te aparte
del lado de Diana?
Marte:
¡Es mi deber!
Como buen militar,
la tengo que tocar…,
sin querer.
Júpiter:
Pues debías tocarla más temprano;
que quien de militar bravo se ufana,
toca siempre a Diana
lo mismo en el invierno que en verano…,
pero muy de mañana.
Diana:
¡Castigándome está!
Júpiter:
Qué, ¿te castiga?
iLa cosa tiene miga! ¿Me vas a resultar pollo cañón?
Marte:
Yo la castigo porque está jamón.
Júpiter:
Y nuestro hermano Apolo, ¿por qué calla?
Diana:
¡Porque lo tira el Banco de Vizcaya!
Júpiter:
Pues hay que distraerme,
o del Olimpo por quien soy me salgo…
¡Que me bailen las ninfas,
y vosotras también hacedme algo!
(Aparece el monte Helicón, lleno de árboles, ramaje, flores y arroyuelos. A un lado los personajes antes mencionados y en escena las Ninfas, bailando. Entra un Sátiro, buscando a las Ninfas, que huyen de él, y cuando va a escapar con una ya vencida, aparece Marte, que se la arrebata, y huye el Sátiro. Marte va por Diana y baila con ella. Aparece Terpsícore, y les acompaña en su danza. De pronto, cuando Diana, rendida, cae en brazos de Marte, se le desprende el ceñidor de la cintura. Todas las Diosas y Ninfas dan un grito y rodean a Diana, cubriéndola con su cuerpo. Júpiter, adelanta y le da su mantolín a Diana, que queda envuelta en él, y así termina la danza.)
Nº2. El tango del moreno – Tanguillo andaluz
(Interior de una betunería o salón de limpiabotas moderno, instalado con lujosa coquetería. Colores claros. Los muebles, de formas caprichosas. El banco donde se sientan los parroquianos y la vitrina que hay en el foro, entre la puerta y la ventana, han de estar preparadas para la transformación que se verifica en escena a la salida de Diana y las Ninfas. Es de día.
Al levantarse el telón, aparecen Milagritos, una madrileña joven y guapa, que viste con coqueta elegancia (desde luego sin sombrero), sujetando a la seña Cova, mujer de unos cincuenta años, frescota también y guapota todavía, que enarbola una escoba, amenazando a sus hijas Castora y Gabina, muchachas de dieciocho a veinte años, vestidas con un caprichoso uniforme de limpiabotas: blusa de raso azul muy descotada y con manga corta, falda más corta todavía y nada a la cabeza. Las dos se han refugiado hacia la derecha, junto al banco de cepillar, huyendo de la probable agresión de su madre.
Cova:
Déjeme usté que las mate,
suélteme ya Milagritos
que hoy hago yo un disparate
con este par de pasmás.
Milagros:
Cálmese usté señá Cova,
basta de golpes y gritos
y deje a un lado la escoba
y no se acalore más.
Gabina:
¡Déjala que nos lesione!
Castora:
¡Deje que nos contusione!
Castora y Gabina:
Que aunque nos hagan cachitos
no nos volvemos atrás,
porque mi novio me tiene
que estoy que grito de trastorná.
Cova:
No me parece bonito
que por dos pollos cañón
me despreciéis a Benito
que nos resuelve la situación.
Milagros:
Pero ese hombre
diga quién es.
Castora y Gabina:
Un camarero de ese café
que tié to el tipo de un chimpancé.
Milagros:
¿Benito Pando? ¿Ese asaurón?
Pues estas chicas tienen razón.
Cova:
Ya se yo que es feo
pero tiene un pasar.
Milagros:
Es que cuando se tié la edad de estas
no se pué penar más que por un hombre…
¿Cómo lo diría a ustedes?…
Por un hombre…
Por un hombre que tenga alegría,
juventud y que te haga tilín.
Cova:
A mí me parece que es mucho pedir,
que no están los hombres pa darse postín.
Milagros:
Que el hablarte te dé escalofrío,
y al besarte te dé el corazón.
Gabina y Castora:
Aquí la Milagros se pone en razón.
Yo en cambio no tengo la misma opinión.
Milagros:
Un hombre chulapo,
que no pueda dormirse de guapo,
y me dé por cariño su vida
y por celos me largue un sopapo
para yo acariciarle enseguida.
¡Ay! Moreno no me des marcha.
Moreno porque me apeno.
Moreno dame tu boca
que ya estoy loca por ti, moreno.
Cova, Gabina y Castora:
¡Ay! Moreno no me des marcha,
moreno porque me apeno,
moreno dame tu boca
que ya estoy loca por ti, moreno.
Milagros:
Un gachó que te haga jalea
al mirarse en tus ojos na más.
Gabina y Castora:
Los hay que te miran
que yo la verdad,
no sé que me pasa
que rompo a sudar.
Milagros:
Y si el cuerpo te pide pelea
que se crezca al castigo el chaval.
Cova, Gabina y Castora:
A mi dadme un hombre
que diga allá va,
que los que se achican
no sirven pa na.
Milagros:
No hay miel más sabrosa,
que después de una bronca espantosa
ir buscando del hombre el arrimo
como aquel que no quiere la cosa,
y decirle bajito y con mimo:
¡Ay! Moreno no me des marcha,
moreno porque me apeno,
moreno dame tu boca
que ya estoy loca por ti, moreno.
Cova, Gabina y Castora:
¡Ay! Moreno no me des marcha,
moreno porque me apeno,
moreno dame tu boca
que yo estoy loca por ti, moreno.
Todas:
Moreno no me des marcha,
moreno por tu salud. ¡Ay!
Nº3. Diana y las ninfas – Vals – Fox
Ninfas:
Por aquí, por aquí
de las nubes cayó.
Yo le vi, yo le vi
cuando descendió.
¡Qué terror, qué dolor,
qué rubor el de Diana
al perder esta mañana
su ceñidor.
Diana:
¿Apareció? ¿Apareció?
Ayudadme, por favor
a buscar sin cesar
mi ceñidor.
Ninfas:
Su ceñidor.
Diana:
Hará un momento
le vi flotando
deslumbrador.
Después el viento
lo fue empujando
con más vigor
y de repente,
tras un tejado
que lo ocultó,
rápidamente
perdí de vista
mi ceñidor.
Ninfas:
Hará un momento
lo vio flotando
deslumbrador.
Después el viento
lo fue empujando
con más vigor
y de repente,
tras un tejado
que lo ocultó,
rápidamente
perdió de vista
su ceñidor.
Diana:
¡Ah! El ceñidor cayó.
¿Quién se lo encontrará?
Ved por ahí
pues descendió
cerca de aquí.
¿Dónde estará?
¿Quién lo tendrá?
Ya mi casta desnudez
oculto con temor,
no descansar,
ninfas buscar
mi ceñidor,
porque sin él
dónde voy yo.
Ninfas:
El ceñidor cayó.
¿Quién se lo encontrará?
Ved por ahí
pues descendió
cerca de aquí.
¿Dónde estará?
¿Quién lo tendrá ya?
Diana:
Ya mi casta desnudez
oculto con temor,
no descansar,
ninfas buscar
mi ceñidor,
porque sin él
dónde voy yo.
Nº3. La casa de modas – Blues
Se abre el forillo y van apareciendo en lo alto de una especie de templete con escaleras laterales para descender a escena a Las modas de trajes, que son ocho señoritas vestidas con lujosísimos trajes de soirée, de sport, de paseo, etc. etc.; al final sale el modelo del porvenir, exageradamente expresado por un tjaje casi sin tela.
Modelo 1:
Modas en esta casa hallarás,
modas algo atrevidas quizás.
Modas que nos gustan a todas
porque son las modas
el encanto de toda mujer.
Modelo 1:
Modas en esta casa hallarás,
modas algo atrevidas quizás.
Todas:
Pueden modelos elegir
y vengan luego por él aquí.
Modelo 1:
Antes era pecado enseñar
algo de lo que debes tapar
y ahora ya no hay señora
que deje de pecar
por no desentonar.
Todas:
Antes era pecado enseñar
algo de lo que debes tapar.
Modelo 1:
Pueden modelos elegir
y vengan luego a por él aquí.
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Nº5. Yo no sé desenvolverme
Diana:
Yo no sé desenvolverme,
yo no puedo ni moverme,
encerrada en este traje
que me quita libertad.
Jaretón y Tolomeo:
Esta socia por lo visto
no ha tenido más modisto
que el que tuvo Adán y Eva
en su tierna pubertad.
Diana:
Yo no sé lo que me pasa
al sentir la sensación
de esta cosa que me roza.
Jaretón y Tolomeo:
Eso es la combinación…
Diana:
Y las ligas al andar
me oprimen por aquí
y no sé caminar así.
Jaretón y Tolomeo:
Eso pasa como en todo
pero ya darán de sí.
Diana:
¿Qué les parece esta actitud?
Jaretón y Tolomeo:
Muévase usted por su salud.
Diana:
Para deslumbrar, deslumbrar, deslumbrar,
tengo que enseñar, enseñar, enseñar
un poquito así.
Jaretón y Tolomeo:
¡Sí! ¡Sí!
Diana:
Pero menos no
Jaretón y Tolomeo:
¡No! ¡No!
Válgame el señor
qué primor, qué primor
para enloquecer
qué mujer, qué mujer
vaya un siluetado
más estilizado.
Diana:
No se agachen tanto
que no hay más que ver.
Jaretón:
Yo estoy atontado.
Tolomeo:
Y yo arrebatado.
Diana:
Arre pa otro lado
que no hay más que ver.
Nº6. Y a usted quién le ha llamado – conjunto y chotis
Plazuela en los barrios bajos.—Fachada del café, que va desde el primer término al tercero, lateral izquierda.—Puerta de entrada al café.—Fachada de la betunería, que, dando frente al público, va desde el segundo término, avanzando hacia el centro de la escena, donde forma esquina. Frente al público, y cerca de la esquina, una ventana, y a continuación la puerta del limpiabotas, guardando la misma proporción de distancia que cuando se vio por dentro en el cuadro primero. Sobre la puerta este letrero, en letras grandes:
A LOS PIES DE USTED
GRAN SALON DE LIMPIAR CALZADO, SERVIDO POR SEÑORITAS
PRECIOS MÓDICOS, EL QUE ENTRA SALE LIMPIO
Milagros:
Y a usté quien le ha llamado
o qué es lo que reclama.
Cova:
Y quién es esta dama
si es que se pué saber.
Gabina y Castora:
A usté le han engañado
o le han equivocado
y por donde ha llegado
se puede usté volver.
Diana:
Yo estoy muy por encima
de todas esas cosas
y valgo más que vale
cualquier otra mujer.
Milagros:
¿Será la Colombine?
Cova:
¿Quizá sea la Raquel?
Diana:
Yo soy la que no pueden
ustedes suponer.
Serapio, Perico y Custodio:
Nosotros lo que vemos
que es usté una gran mujer.
Milagros:
Pues si viene buscando a Beniro
desde ahora le advierto
que es cosa perdida
que a Benito yo le necesito
y yo por Benito
me juego la vida,
porque tiene una cosa en la cara
que la sangre en el cuerpo se para.
Diana:
Si quisiera rendir a ese hombre
con sólo mirarlo
mi esclavo sería,
que la luz que despiden mis ojos
si en él los fijara
no la resistía,
pues mi encanto ninguna atesora.
Milagros:
Que postín que se da esta señora.
Diana:
Tengo fama de ser muy hermosa,
lo dice mi cara
y mi cuerpo divino de diosa.
Serapio:
Jesús y qué socia
que modo de hablar.
Milagros:
¡Dejadme que ahora la voy a callar!
Cova:
Pero ¿qué vas a hacer?
Milagros:
Obsequiarla con una miaja de gracia y chulería.
SCHOTTIS
Si me pongo un mantón de crespón
y la miro a usté después de través
la estropeo a usté el peinao
aunque lo hayan ondulao
en el Palas o en Pagés,
que ya es.
Diana:
Todo eso del mantón de crespón
y mirarme a usté después de través
ni me asusta ni me altera
porque puedo cuando quiera
cambiar todo del revés,
mi boca
si a otra boca se acercara
en los labios la dejara
de las mieles el dulzor.
¡Mis ojos!
Si de amor se adormecieran
en los hombres encendieran
las hogueras del amor.
Custodio:
¡Vaya mujer!
Perico:
¡Está jamón!
Serapio:
¡Está pa dar un torozón!
Gabina, Castora, Cova, Perico, Serapio y Custodio:
Si se empeña una mujer
en poner,
su capricho y voluntá
de verdad,
en un hombre que la place
su deseo satisface
aunque pierda la equidad
al final
ya estarían esos dos
como hay Dios
si no fueran tan peinás
y ondulás,
arrancándose los pelos
y andarían por los suelos
los abuelos y algo más.
Diana y Milagros:
Si me empeño ya
se convencerá
que usté no es
para mí rival
y es que de ese hombre
no se debe usté acordar
pues su querer
para mí será
y yo no le tengo
que decir más.
(Es mío, le quiero na más)
Nº7. El número de los botones – foxtrot
Gabinete coquetón: una puerta lateral derecha y otra izquierda; muebles coquetones también.—Cheslón, butaquitas, etc., etc. Todo el foro lleno de cestas de flores, y en dos mesitas infinidad de regalos.
Botones 1:
De Rosaura.
Botones 2:
De Teresa.
Botones 3:
De Loló.
Botones 4:
De Gertrudis.
Botones 5:
De Tomasa.
Botones 6:
De Margot.
Botones 7:
De una chica que se va a casar.
Botones 8:
De otra chica de Galapagar.
Botones 9:
De una joven del Madrid – París.
Botones:
Y esta que es de Edmond de Bris.
Benito:
Esto es pachupar.
Ellos:
Huelen tres jolís.
Benito:
¡Esto es la curaba!
Esto es espantoso
si seré biznieto
de un tal don Felipe
Felipe el Hermoso.
¡Ay de mí!
Si acabaré siendo
guapo yo que siempre
feo fui.
(Leyendo una carta)
Ahí te mando
un par de pinzas
de oro fino,
pa que el cutis
de espinillas
desocupes,
y te mando
unas pastillas
pura menta
pa que chupes
pa que chupes…
Ahí te mando
unas bubachas
de pañete
con el forro
de astracán
y doble suela
y si no son
de tu agrado
te las guardas
¡pa tu abuela!
¡pa tu abuela!
Ahí te mando
un corsé faja
último grito
que te pilla
desde el pecho
hasta las corbas
y te mando
un pipermín
con su pajita
pa que sorbas…
pa que sorbas…
Como sé
que estás un poco
acatarrado
y no quiero
yo que tosas
ni estornudes
ahí te mando
tres recibos
del casero
¡pa que sudes!
¡pa que sudes!
Locas de atar están por mí
¿qué las daré?
alguna gracia oculta
debo tener.
Ellos:
Qué las dará
pa enloquecer
este carcamal.
Benito:
Ya lo sabrás
después
por un continental.
TRÍPTICO
El «Cabaret Fémina».—Al levantarse el telón está Cova sentada en un velador; tiene una rosa en la mano. En otro velador, Margara; en otro, Gabina y Castora. Y, si es posible, otro velador con dos mujeres más. En todas ellas hay movimientos de impaciencia y no hacen más que mirar a la izquierda del actor.
Nº8. Número de las rubias – charlestón
Las dos:
Gud bay Ketty, vai vai Betty,
yes, very pretty las dos.
Cuando Betty baila con Ketty
le dice beti, beti con Dios. ¡Yes!
El inglés:
Esta es Ketty, y aquella es Betty,
it is frequetti las dos.
Si hace fretti poned burletti,
y luego vetty con Dios.
Nº9. Número de las castañas
Castaña:
Con este traje fresquísimo,
que es de lo más modernísimo,
sigo siendo lo que era,
la castiza, castañera.
Y en la esquina de esta calle
me pueden ver sin faltar,
que me estoy quedando afónica —afónica, afónica—
de pregonar:
Castañas, calentitas,
quien las quiere, recién tostás,
pruébelas usted que le gustarán.
Castañas:
Castañas, calentitas,
llévelas, yo las tengo asás,
yo las doy mondás, y yo regalás.
No hay nadie que no disponga
de un puerto para castañas,
y al que le salen pilonga
no quiere más.
Castañas, calentitas,
llévelas, que las probará,
y repetirá por seguridad.
Castaña:
Yo tengo un novio guapísimo,
que es la mar de celosísimo,
y que no sabe, el muy pillo,
separarse de mi hornillo.
Y si acaso un parroquiano
me echa un piropo al comprar,
para que no arme un escándalo —escándalo, escándalo—
vuelvo a gritar:
Castañas, calentitas,
quien las quiere, recién tostás,
pruébelas usted que le gustarán.
Castañas:
Castañas, calentitas,
llévelas, yo las tengo asás,
yo las doy mondás, y yo regalás.
Nº10. Número de las morenas. La reja sevillana – pasodoble
La morena:
Negra es la noche andaluza,
como el dolor y los celos,
y negra como la noche
es el color de mi pelo.
Brilla en el mar de sus ondas
unos claveles muy rojos
que son los faros que guían
hasta mi reja a mi amor.
Y al sonido del beso
que el sentío hace perder,
los claveles se estremecen,
temblorosos como labios de mujer.
Reja, maravilla sevillana,
flores, que perfuman mi ventana,
niñas, con caritas de gitana
que de amor oyen las quejas
entre flores y en la reja
que altar es del querer.
El majo:
Vaya una cosa bonita
ver a una niña morena,
con un clavel en el pelo
y con su novio en la reja.
La torre de la Giralda
para mirarla se inclina,
y las campanas repican
si oyen un beso sonar
Y al sonido del beso
que el sentío hace perder,
los claveles se estremecen,
temblorosos como labios de mujer.
Reja, maravilla sevillana,
flores, que perfuman mi ventana,
vibran en el aire las campanas
y suspiros y canciones
lleva al cielo entre oraciones
Jesús del Gran Poder.