Preludio del primer acto
Nº1. Evocación
Nº2. ¡Taxi, al Cómico! One-Step
Todos:
Taxi.. taxi, dícenme a mí
lléveme al cómico, haga el favor.
Chófer 1:
En toda Barcelona
no hay taxi al que no llamen
diciendo: «¡Voy al cómico,
deprisa, por favor!»
Y tengo los neumáticos
gastados del rodaje,
vacíos los depósitos
y hecho cisco el motor.
Chicas:
Ponga el motor en marcha
y lléveme usté aprisa
apriete sin reparo
el acelerador.
Chófer 2:
No cuide de los árboles
de guardias ni de esquinas,
que el caso es que lleguemos
al alzarse el telón.
Todas:
¡Taxi,
le ofrezco una buena propina!
¡Taxi,
si al Cómico llega enseguida!
porque
quisiera yo ver la revista
que allí hacen, ya que dicen
que a causar va sensación.
Taxi,
aunque oiga que pita el urbano,
usted,
del pito esta vez no haga caso.
Chicas:
Porque
quisiera pronto llegar al Cómico
a donde hacen la revista
con actores muy graciosos
y un plantel de chicas guapas,
que son dislocación.
Todos:
Ponga el motor en marcha
y lléveme usted aprisa,
apriete sin reparo
el acelerador.
No cuide de los árboles
de guardias ni de esquinas,
que el caso es que lleguemos
al alzarse el telón.
Taxi,
le ofrezco una buena propina.
Taxi,
si al Cómico llego enseguida,
porque quisiera yo ver la revista
que allí hacen, ya que dicen
que va a causar sensación,
y en la que las chicas guapas
son una dislocación.
¡Taxi… taxi!
¡Taxi… taxi!
¡Taxi..!
Nº3A. Allá en el oeste
Cowboy:
En el cielo ya no hay luna
porque no puede lucir,
y es que se muere de envidia
mirándote a ti.
Bella mujer del Oeste
toda América eres tú,
oye la triste canción
que por ti canta el cowboy.
Timidita:
En la noche silenciosa
sólo se oye su canción
que buscando va
a la mujer
a quien dio su corazón…
Luna clara de nuestro amor
con tu luz trae a mi
las palabras y los besos
que me envía mi cowboy.
Nº3A. Danza india
Nº3B. Las muchachas del Oeste
Margarita:
Las muchachas del oeste
todas son como soy yo,
menudas, pero bravas,
y más vivas que un ratón.
¡Oh!
Cowboys:
¡Oh! ¡Oh!
Margarita:
Las muchachas del Oeste
son valientes por demás,
y no hay una que se asuste
ni aún nombrándole el caimán.
¡Oh!
Cowboys:
¡Oh! ¡Oh!
Margarita:
No le temen en la jungla
ni a la hiena ni al león,
pero en cambio palidecen
cuando están junto a un cowboy.
Cowboys:
¡No!
Margarita:
No le temen en la jungla
ni a la hiena ni al león,
Cowboys:
Pero en cambio palidecen
cuando están junto a un cowboy.
Margarita:
¡Oh!
Cowboys:
¡Oh! ¡Oh!
Margarita:
En la cara una sonrisa,
escondido un pisotón;
unas palabras dulces…
pero siempre con las uñas en tensión.
Cowboys:
¿Si?
Margarita:
Y si alguno se propasa
en hablar o en algo más,
las muchachas del Oeste
se defienden sin llamar a sus papás.
Las muchachas del Oeste
son lo mismito que yo,
y por eso les entregan
los cowboys su corazón.
Las muchachas del oeste
todas son como soy yo,
con el cuerpo chiquitito
pero grande el corazón.
¡Oh!
Cowboys:
¡Oh! ¡Oh!
Nº4. El mercader y la esclava
Numandín:
Son como rosas fragantes
las bellas esclavas
que aquí vendo yo.
Son como estrellas de plata
que envidian los rayos
ardientes del sol.
Son como el blanco jazmín,
son como el rojo ababol,
y hay en sus ojos las sombras
de un suave misterio
de embrujos de amor.
Yo vendo la esclava
que busca tu afán.
Por pocas monedas las puedes comprar,
son como el blanco jazmín,
son como el rojo ababol,
y hay en sus ojos las sombras
de un suave misterio
de embrujos de amor.
Aminda:
Mercader que de amores es tu mercancía
si de ti me separas, yo me moriría,
que ese amor que tú vendes yo a ti te lo tengo,
pues me enamoré con ciego amor
desde el momento aquel
que tuya fui.
¡Ay!, señor, como esclava
piensa tan solo, mi dueño,
no pienses venderme,
tan sólo en quererme.
Numandín:
Entre sus brazos amantes
has de sentirte feliz.
Aminda:
Tan sólo en los de quien quiero
puedo serlo, y es a ti.
Esclavas:
¡Ay, mi señor, no la vendas,
pues ella te adora
y debe ser en tu alma
la dueña y señora!
Si su querer te lo dio
tuya tan sólo ha de ser.
Aminda:
¡Ay, mi señor, no me vendas
que tuya he de ser!
Esclavos:
Tus dulces sueños velará
y a besos te despertará.
Aminda:
¡Ay, mi señor, en tus brazos
me siento feliz!
Numandín:
Tú eres mi blanco jazmín,
tú eres mi luna y mi sol,
tú eres la luz y la sombra
que envuelve mis sueños
de embrujo y de amor.
Nº5. Las Mimosas
Mimosas:
La mimosa es la flor del amor
porque es su perfume acariciador;
y como ella ha de ser la mujer,
mimosa, mimosa, mimosa.
Flor:
Un milito dado a tiempo
es la gracia del querer,
pues no hay nada como un mimo
para hacer enloquecer.
La mujer, para ser deliciosa
ha de ser un poquito mimosa
y un milito a su amado ha de hacer
si le adora y le quiere probar su querer.
Mimo, mimito, mimito,
lo más bonito que hay en el amor;
deja, cariño mío,
que te haga un mimo,
que te haga un mimo,
un milito yo.
Mimosas:
Mimo, mimito, etc.
Flor:
La mujer que en amor es celosa
con su amado ha de ser muy mimosa.
Mimosas:
Muy mimosas…
Flor:
Porque si es que no quiere perderle
con sus mimos ha de retenerle.
Mimosas:
Muy mimosa…
Flor:
La mujer muy mimosa ha de ser
cuando quiera lograr un querer.
Mimosas (al estribillo):
Mimo, mimito, etc.
Nº6. Los forçados portugueses
Nº7. En la comisaria, que pase otro
Agente:
Dígame cuántos hay fuera
detenidos y a la espera
Ordenanza:
Me creo yo que sólo son catorce.
Agente:
Pues que pase uno.
Ordenanza:
A ver, que pase el primero.
Vendedora:
Servidora.
Agente:
¿qué es usted?
Vendedora:
Yo vendía cacahuetes
en el Arco de Cirés.
Y ahora soy estraperlista
pa lo que gusten ustés.
Ordenanza:
Qué valor,
todavía confiesa.
Vendedora:
¿Y qué tiene de particular?
Agente:
¿Y qué vende si puede saberse?
Vendedora:
Bien pagá,
La llaman la bien pagá.
Agente:
Ay… Ay… Ay…
ponle multa a esta señora.
Ay… Ay… Ay…
por vender sin escandallo.
Agente:
El que siga que penetre.
¿Y usted quién es?
Lechera:
Soy lechera.
Todos:
Tolón, tolón.
Agente:
¿De qué la acusan?
Ordenanza:
De que echa a la leche agua sin cesar.
Lechera:
Si es que el grifo
da de más qué le voy a hacer.
Ordenanza:
Siéntese.
Agente:
Siéntese.
El que siga detrás que pase ahora.
Tabaquera:
Yo soy Salvaora,
yo soy Salvaora.
Agente:
Otra vez cobraste
paquetes a duro.
Tabaquera:
Y qué le va a hacer una
si es que lo pagan
por echar humo
y ahora hay que aprovecharse
antes de que deje de racionarse.
Agente:
El de detrás,
llámele usted
y que de un paso
al frente.
Niño mal:
¡Ay, señor, por favor
no me atropelle usted
que yo soy delicado,
cual flor,
flor de té.
Agente
Al barbero
que a ese pollo
pele al cero.
Niño mal:
¡Ay, señor, que mala entraña
tiene usted!
Agente:
Que no, que no,
que sí, que sí,
que la ha tomao
por mi persona.
Ordenanza:
Que no, que no.
Niño:
Que sí, que sí,
y va a dejarme
como una mona.
Agente:
Haga usted que pase
el que detrás sigue
a esta fiera.
Gitano:
Por que me ven con smoking
dicen que no soy gitano
y se figuran los guardias
que un servidor lo ha robao.
Agente:
Yo no me quiero enterar.
Yo no me quiero enterar.
Pero el smoking, gitano,
te sienta bastante mal.
Gitano:
Señor agente,
no sea mal pensao,
que yo no lo he afanao.
Agente:
Pues deja aquí la prenda en rehenes
hasta que se averigüe de quién es.
Mire si queda alguien fuera,
haga que pase en seguida.
Mechera:
Yo soy la que llaman Carolina.
Agente:
Te conozco por lo fina.
Mechera:
Dicen que he robado
de una tienda percalina.
Agente:
A la Prevención.
Mechera:
Oiga, tengo miedo
de las ratas y ratones
tengo miedo.
Todos:
Pues ya se le pasará.
Agente:
El que siga que penetre.
Los tres:
Es que ahora somos tres.
Ordenanza:
¡Siéntense!
Agente:
Vamos a ver.
La mujer:
Este es mi marido,
casao por la Iglesia,
y esa es la que tiene
la culpa de tó.
La otra:
Yo soy la otra,
la otra,
pero él a mí es a quien quiere.
Agente:
¿Qué dice usted?
Marido:
¿Qué he de decir?
Que si las dos
están por mí
voy a darles
lo que ellas desean,
pues, entre nosotros,
son buenas gachís.
La mujer:
¿Ay, Cipriano!
que te juegas la carota
si la vuelves a mirar.
Agente:
Silencio.
Ordenanza:
Silencio,
a ver si pué ser.
Agente:
Silencio, silencio.
Ordenanza:
Y cállense ustés.
La mujer:
Presumido, presumido,
no te marques un farol,
pues, cuando te pille en casa,
sabrás qué es la restricción.
La otra:
A ese hombre no hay
quien le ponga la mano encima.
Agente:
Ahora se arma.
Las dos:
¡Ah!
La otra:
Pues vamos a ver.
La mujer:
Ahora mismo va a ser.
Todos:
Ya se armó, ya se armó,
ay, ay, con ole y olé.
Agente:
ustedes por aquí,
vosotros por allá,
y ahora a darse las manos
y aquí no ha pasao ná.
Todos:
Y con el bele, bele, bele
con el bele, bele, va
para la calle vámonos ya,
porque aquí ya no se puede hacer ná.
Y con el bele, bele, bele
con el bele, bele, va,
vámonos pronto para la calle,
vámonos pronto,
vámonos ya,
vámonos ya,
vámonos ya.
Nº8. Oh, el samba
Sambera 1:
Samba,
el baile que hay de moda
y me estremece toda
lo quiero yo bailar.
Sambera 2:
Samba,
con tanto movimiento
al cuerpo da un tormento
que lo hace dislocar.
Sambero 2:
Samba,
las piernas se me tuercen
y a ratos me parece
que se me van a ir.
Sambero 1:
Samba,
que ya hasta aquí ¡caramba!
estamos de la samba
que vino del Brasil.
Los cuatro:
Los niños «hot»,
las niñas «jazz»
y sus papás
y sus mamás
al dulce son
de este compás
se mueren por
el «sambear».
Sambera 1:
Porque es la samba
la danza loca.
Sambero 2:
Y como siga
va a ser la oca.
Sambera 2:
Y a este ritmo
descoyuntado.
Sambero 1:
O vamos a San Boy.
Todos:
O damos fin a Leganés.
Sambero 1:
Véngase acá, brasileira,
y muévase bien
que la samba es como un calambre
que nos baja de la cabeza a los pies.
Sambera 1:
¡Ay brasileiro!
que a mí el calambre
se me ha quedado en la cintura
que parece que se me va a tronchar.
Sambero 2:
Si le hubiera dicho a mi mamaíta
que su hija tendría que moverse
como una lagartija
no la hubiera usted echado al mundo,
brasileira.
Sambera 2:
No… me… me… me haga hablar,
brasileiro, que con este bailoteo
las pa… pa… palabras
me salen co… co…
como si fuera tartamuda
Samberas 1 y 2:
De Río de Janeiro
nos llegó la samba,
que de estar mochales la sensación.
Sambero 2:
¡Como que es la dislocación!
Samberas 1 y 2:
Los brasileiros
bailan este baile
en los cafetales
al son
de un bandoleón.
Sambero 1:
¡Que da jaqueca hasta un león!
Todos:
De Río de Janeiro
nos llegó la samba
que de estar mochales
da la sensación.
Sambero 2:
¡Esto es la descojuntación!
Todos:
Porque este baile
del Brasil llegado
nos ha entusiasmado
y narcotizado
y bailándolo así
es la dislocación.
Nº8. Número de los teléfonos
(Recitado)
Abonado 1:
Por el hilo telefónico
qué sencillo es el mentir
y, si hay cruce entre dos líneas,
qué de cosas se han de oír.
Abonado 2:
Y, si quiere usted la prueba,
coja usted el auricular
y por eso por teléfono
no lo deje de escuchar.
Música
Abonado 1:
Siete, tres, dos, siete, dos.
Abonado 2:
Sí, señor, aquí es.
Abonado 1:
Oiga usted, ¿queda algún piso
en la casa en construcción?
Abonado 2:
Uno queda y sólo renta
veinte duros cada mes;
comprendidos luz y agua,
portera y calefacción.
Abonado 1:
Y mudarme, ¿cuándo puedo?
Abonado 2:
En el año ochenta y tres.
Qué cosas oí al telefonear,
y qué bromas gasta el auricular,
y el caso es que si… fuese esto verdad
se funden las líneas y no hay más qué hablar.
Abonado 2:
Tres, dos, uno, cuatro, seis.
Abonado 1:
Aquí es, sí señor.
Abonado 2:
Cómo en las peluquerías
la tarifa se aumentó
en pelarme y friccionarme
cinco duros me costó.
Abonado 1:
Pues por eso a un peluquero
yo le digo muy formal:
Hoy me pelas solamente
y demá… m’afaitarás.
Qué de cosas oí, etc.
Nº9. Los caballeros del mar
Oficial:
Mi barco es gaviota
que cruza la mar,
lo mecen las olas
y el viento va sus velas a bajar.
Y al navegar violento y retador,
de algún amor en busca va.
Marineros:
Con su balanceo
de dulce vaivén
a veces creo hallarme
entre uno brazos de mujer
Nº10 Final del primer acto
Marinos:
Cuando el barco se halla en alta mar,
nuestro pensamiento va a buscar
a la novia bella con la que soñó
con afán su corazón.
Y en el mando de la brisa
se ha prendido una ilusión
al saber que allá en la orilla
las esperan ellas con todo su amor.
Un querer en cada puerto
pero tan sólo un amor,
el amor de aquella que al marino
espera siempre llena de ilusión.
Piensa marino con la mujer
piensa tan sólo con su querer.
Preludio del segundo acto
Nº11. Bajo la lluvia
La del impermeable:
En día de lluvia
un peligro es
que por las calles
vaya la mujer,
porque siempre hay
quien dice al pasar:
«Si se moja usted
yo la taparé».
Las otras:
Si es joven quien lo dice menos mal,
pero si es viejo
¡qué complicación!,
pues los viejos son
con su «paraguón»
los que mejor nos suelen tapar.
La del impermeable:
Yo por eso gasto el impermeable,
porque deja ver
todo lo viable,
y si llueve mucho,
mucho, mucho, mucho,
de seguro habrá alguno
que, al pasar, me tapará.
Las otras:
Que el impermeable
deja ver bien las líneas
más o menos curvas
que tenemos
y por eso todas,
ya que moda son,
con los impermeables
vamos que «cañón»
El señor del paraguas:
¡Uy! qué chiquillas
las que veo aquí,
cualquiera de ellas
vale un Potosí,
y qué pena dan,
pues se mojarán
con el chaparrón
que cayendo está.
¿Alguna quiere
que la tape yo
y que la lleve
luego a merendar?
Pues que venga aquí
La que quiera ir,
verá que bien
Se Lo va a pasar.
Todas:
Deme usted un brazo,
vamos, donde usted quiera,
porque en día de lluvia no se mira
si es viejo o joven
quien ofrece amor,
pues no se distinguen
con el chaparrón.
Nº12. La mujer es poca cosa
Modernista:
Con esto de la moda
de usar los pantalones
son las mujeres las que mandan en las casas,
y el hombre el día pasa
haciendo las faenas
de la cocina, la costura y el planchar.
Aquel Aquel que dijo la mujer es poca cosa.
¡Ay, ay! ¡Sí, sí!
Es que no vio qué pasa en casa de mi vecina,
donde el pobre del marido es un «as» para guisar.
Marido 1:
Aquel que dijo la mujer es poca cosa.
¡Ay, ay! ¡Sí, sí!
Bien se conoce que no vio la esposa mía,
entrenarse en el boxeo mientras frío un calamar.
Modernista:
Los hombres ya no cuentan
en casa para nada,
pues no disponen de un céntimo siquiera
y, en vez de ser el amo
si chista va a la calle
por ser arisco, mal mandado y un pillín.
Aquel que dijo la mujer es poca cosa.
¡Ay, ay! ¡Sí, sí!
Es que no vio qué pasa en casa de mi vecina,
donde haciendo la calceta el marido siempre está.
Marido 2:
Aquel que dijo la mujer es poca cosa.
¡Ay, ay! ¡Sí, sí!
Bien se conoce que no vio la esposa mía,
que ella fuma y bebe aposto y yo hago calcetín.
Modernista:
Como ahora somos todas
doctoras o ingenieras
es a nosotras a quien hay que respetar,
así es que el que casa
si viene descendencia
que con paciencia le de al rorro el biberón.
Aquel que dijo la mujer es poca cosa.
¡Ay, ay! ¡Sí, sí!
Es que no vio que pasa en casa mi vecina,
donde el hombre mece el crío
al irse ella al trabajar.
Marido 3
Aquel que dijo la mujer es poca cosa.
¡Ay, ay! ¡Sí, sí!
Que vea lo poco que se apura mi costilla
cuando alguna cosa rara sobre mí se hace el bebé.
Modernista:
Ya no hay lo que había
antes de «en casa las mujeres»,
porque hay maridos que muy bien
las sustituyen
en todo lo que pueden
aunque ellos bien quisieran
hacer lo que un señor no puede hacer.
Aquel que dijo la mujer es poca cosa.
¡Ay, ay! ¡Sí, sí!
Es que no vio que pasa en casa mi vecina,
donde el que hace de marido
pasa el día dando jabón.
Marido 4:
Aquel que dijo la mujer es poca cosa.
¡Ay, ay! ¡Sí, sí!
Es que no ha visto fiera igual como la mía
y eso que hacer la colada
constituye mi ilusión.
Todos:
Aquel que dijo la mujer es poca cosa.
¡Ay, ay! ¡Sí, sí!
Nº13. Preludio andaluz
Nº14. A orillas del Darro – Farruca
Angustias:
Junto al puente y en las cuevas
donde viven los calés,
¡Ay, que sí! ¡Ay, que no!,
cuando salen los cañís
a bailar una farruca
se arma la revolución.
¡Ay, que sí! ¡Ay, que no!,
que es lo que me pasa a mí,
¡Ay, que no! ¡Ay, que sí!,
y por eso bailo yo.
Al marcarse la farruca
hay que poner el corazón
En los «clisos» picardía
y un poquito de intención
y moviendo el cuerpo así,
a este compás,
sólo hay que hacer,
con muchísimo salero,
filigranas con los pies.
Nº15. ¡Oh, Mercedes! Can-can
Nº16. Noche mimada
Nº 17. Los húsares del rey
Oficial:
El amor, militar,
tu divisa debe ser,
pues sin él, militar,
tu valor en duda siempre quedará.
El que no ama con pasión
a una mujer, que no diga, no,
que es valiente y militar.
Húsares:
El amor, lema es
de los húsares del rey,
porque son, al amar,
tan audaces e invencibles
como al luchar.
Todos:
¡Cómo al luchar!
que en la ley del honor
de los húsares del rey
el valor y el amor
han de ser los dos emblemas
de su deber,
pues el beso de unos labios,
antes de ir a luchar,
es lo que alienta
y da brío al militar.
Final del segundo acto. Primavera en flor
Todas:
Las mujeres bonitas
son como las rosas
de un gran rosal,
que siempre en flor,
que siempre en flor está.
Y en las rosas de este rosal,
como abejas van a libar
los que el amor,
como ideal,
soñando siempre están.
El que quiere probar
lo mejor del amor
que se acerque a un rosal
que todo él esté
cubierto de flor
y bajo sus ramas
sienta la caricia
de las suaves manos
de una linda mujercita.
Porque las mujeres
son como las rosas,
que con su perfume
nos embriagan y convidan a soñar
¡Qué bien se sueña
bajo de un rosal!
Vedette:
No hay delicia mayor
ni más dulce placer
que dejarse querer
si el campo está en flor
y se abren las rosas de amor
Chicas:
Primavera ideal
que convida a soñar
en las noches de abril,
si un hombre gentil
nos habla de amor.